María Guadaña se queda en cueros

A.S.R.
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La Casa de las Musas enmarca hoy la presentación del proyecto musical liderado por Herminia Martínez, que pasa de la parte oculta a la visible del escenario con 'Remedios paganos'

María Guadaña es el ‘alter ego’ de Herminia Martínez, que en sus canciones se recrea en temas oscuros como la muerte o las relaciones tóxicas. - Foto: Ana Pancorbo


María Guadaña tiene nombre, historia y arrestos de gran personaje, se pasea como una señora por el infierno y por el paraíso, aunque su hábitat natural es el escenario. Pocos secretos tiene para ella. Conoce al dedillo sus entrañas, sus puntos débiles y fuertes, la vanidad y miserias de los artistas. Y es que cuando la parca se queda en cueros emerge Herminia Martínez, una mujer con una larga carrera en la parte técnica de conciertos y festivales, que el día que se echó a la cara a la muerte decidió que no la dejaría ganar más batallas y sería ella la última en reírse. Lo canta en su ópera prima, Remedios paganos, cinco canciones que, junto a otras no publicadas, sonarán en La Casa de las Musas esta noche (20.45 horas, 8-10 euros).

Avisa, confiesa, observa que, «quizás», las historias que cuenta son un poco crudas. «Casi todos los temas tienen una base emocional y vivencial importante. No todo es real, también hay poesía en la narración, hay dolor propio, pero tampoco es un diario», se explaya y advierte: «No vengo a pedir perdón, sino a soltar cosas que tenía dentro afiladas».

Y quita la tapa a la caja de Pandora para que se escapen esa maldita parca, que la atacó profundo hace dos años tras el fallecimiento de su padre (La muerte, toda una carta de presentación); el amor tóxico, las relaciones convertidas en adicción (La no novia); o los instintos más bajos que pueden desembocar en asesinato (Peregrino). Todo muy negro, todo muy truculento, a priori. A posteriori, no tanto. Ella atisba un toque esperanzador: «La muerte es la muerte, pero si la tienes más presente valoras más tu vida e intentas que sea más intensa y honesta, no solo dejar pasar los días». He ahí una de las curas que le ha procurado Remedios paganos: la necesidad de hacer música. «Llevaba un ronroneo constante de hace muchos años y le dejé salir». Ese runrún se fraguó durante una vida entregada a la producción de festivales como el jienense Etnosur. Una experiencia que aprecia como un punto a su favor. Para empezar, para ver al técnico como un compañero más, algo que no todos los artistas practican. «El bagaje anterior me ayuda a sentirme más cómoda, a respetar más el trabajo de los otros», señala la música a la que, por momentos, comparan con Nick Cave, con una mezcla de Corcobado y Martirio o con PJ Harvey, «creo que solo es porque soy mujer y en el escenario me pongo muy cañera».

Ser mujer y salir a las tablas es, aunque cada vez menos, otra rareza. ¿Siente que abre camino? «Soy de la asociación MIM (Mujeres de la Industria de la Música) y muchas veces nos quejamos de la falta de referentes que tienen las niñas, que igualan a los niños en el Conservatorio, pero no a la hora de continuar una carrera profesional. No creo que abra caminos, eso lo han hecho otras anteriores a mí que se lo han tenido que currar, pero sí vivimos un momento en el que los programadores prestan atención a la presencia de mujeres», se explaya convencida de que nunca es tarde. «El mío es un súper sueño por fin cumplido». Palabra de María Guadaña.