El 6 de septiembre de 1522, un grupo de 18 hombres desfallecidos, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, desembarcaban en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, tras algo más de tres años de viaje en busca de las tierras de las especias, que les llevó a circunnavegar el mundo. Entre medias, decenas de muertes, pérdidas de barcos, enfrentamientos con pueblos lejanos, conflictos internos y el fallecimiento de Fernando de Magallanes, primer jefe de la expedición. Se han cumplido, por tanto, los cinco siglos de esta gran gesta lo que, lamentablemente, ha tenido una escasa proyección nacional e internacional. Por desgracia, y no sé muy bien la razón, nuestro país tiende a olvidarse, cuando no a avergonzarse, de algunos de los hechos más notables de su pasado en un marco de revisionismo maximalista, desde valores y criterios esencialmente presentistas, que a veces contribuye a la disolución de nuestro espíritu común como nación en unos momentos en que nuestra identidad colectiva no está en su periodo más notable.

Burgos tuvo una gran presencia en esta empresa. No en vano, el comerciante burgalés Cristóbal de Haro fue uno de los grandes financiadores del viaje. Pero también, en este proyecto, otros muchos burgaleses estuvieron sumamente implicados como muy bien ha destacado en un reciente libro Juan Ruiz Carcedo. Es por ello que esta efeméride no debía quedar olvidada en nuestra ciudad. Por fortuna, la Universidad, el Ayuntamiento y otras instituciones han querido recordar uno de los grandes acontecimientos de los inicios de la modernidad. Bajo la dirección de la profesora Adelaida Sagarra, una de las mejores conocedoras de este periodo, tendrá lugar en Burgos del 21 al 23 de septiembre un gran encuentro científico en el que, bajo el título El sueño especiero se analizarán desde distintas perspectivas la presencia burgalesa en la primera vuelta al mundo. En breve, la ciudad también podrá disfrutar de una gran exposición en la que visualmente se rememorará este viaje, que en gran medida cambió el devenir de la historia, y en el que la vieja Cabeza de Castilla, a pesar de estar muy tierra adentro, tuvo un gran protagonismo.