SOS de las empleadas de ayuda a domicilio rural

P.C.P. / Burgos-Carazo
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El fin de la bonificación al combustible ahoga a las trabajadoras, que se ven discriminadas respecto a las ciudades, con el bono transporte reducido, y las ayudas a otros sectores como los transportistas

Mariví dejó su vida en Llodio y su mudó a Carazo para cuidar de su madre, que con 105 ya no se levanta de la cama. - Foto: f2estudio

De la bonificación del transporte público -autobús, tren o metro- y de las medidas para sectores que están a diario en carretera, como transportistas o autónomos, a las empleadas de ayuda a domicilio en el medio rural no les ha llegado nada. Una situación que se puede tornar dramática si, a partir del 1 de enero, desaparece el descuento de 20 céntimos por litro de combustible del que hasta ahora se ha podido beneficiar toda la ciudadanía. «Reivindicamos un plus de transporte, ayudas que a los demás sectores no se les ha negado, porque de no tenerlas no nos quedará más remedio que quedarnos en casa, es insostenible la precariedad salarial y falta de recursos  a la que nos vemos sometidas», afirman desde la Plataforma de Trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de la Diputación de Burgos.

Aseguran que el incremento del precio de la gasolina se come su sueldo, puesto que resulta habitual sumar entre 50 y 100 kilómetros por jornada, siempre en su propio vehículo y con el dinero que adelantan,  pues cobran a mes vencido y a «un precio irreal», incluso con las mejoras del nuevo convenio de ayuda a domicilio, que consideran «migajas».

«Autónomos, camioneros, etc. son los sectores de mayor peso afectados por la subida del precio  del carburante, ellos han logrado de un modo u otro superar la barrera de la gasolina, mediante diferentes protestas, consiguiendo ayudas; en las ciudades lo solventan mediante abonos transporte, de metro, trenes de cercanía, autobuses etc. Pero, ¿qué hay de los pueblos?¿Volvemos a ser los olvidados, los últimos una vez más, los inexistentes, de los que nadie se acuerda?», se quejan.

Para la Plataforma, los cada vez mayores problemas de la empresa concesionaria para encontrar personal evidencian las deficientes condiciones laborales y económicas de este trabajo. «No es nuestra única función limpiar ni nuestro salario un complemento del de nuestros maridos», recalcan para reclamar que todo el dinero que destina la Diputación y que pagan los usuarios por la ayuda a domicilio «llegue al servicio» y se mejore su remuneración. «Estamos desprotegidas», lamentan.

En el último pleno. Antes de intuir la desaparición de la bonificación a los combustibles, la Plataforma de Trabajadoras SAD ya recurrió al Procurador del Común para hacerle ver la situación en la que se encontraba y pedir su mediación ante la empresa y la Diputación. En el último Pleno, la diputada responsable de Bienestar Social, Inmaculada Sierra, explicó que contestarán a la petición de la institución regional sobre el informe acerca de la posible recuperación del servicio para su prestación directa por parte de la administración, si bien ya dejó entrever que será negativa, al deslizar un «las razones por las que no es posible», que rectificó acto seguido, al responder a una pregunta del socialista Ignacio Grajal, que se interesó por la situación de este colectivo laboral.

Al respecto del pago por kilómetro, Sierra apunto que la empresa no había informado a su departamento del inicio «de un procedimiento de revisión de precios» pero que sí estaban «abiertos» a estudiar un posible suplemento en la medida en la que lo plantee Senior  Servicios Integrales, que es la concesionaria del contrato de mayor importe económico que tiene la Diputación, con más de 300 trabajadoras y 2.000 usuarios, en su mayoría personas mayores que optan por seguir en sus casas. «Estamos abiertos a los que nos diga la empresa», concluyó la diputada.

Mariví Palomero cuida de su madre, de 105 años, en Carazo

«Diputación debería llevar  el servicio, no una empresa. Trabajan con seres humanos»

«Se lo merecía». Mariví vive y respira por su madre. Con total convencimiento, sin ningún titubeo. Dejó Llodio por venirse hasta su pueblo,Carazo, a cuidar de ella. En abril de 2021 Piedad se cayó por las escaleras y tuvieron que reorganizar toda la casa. Salvaescaleras, cuarto de baño en la planta superior, grúa, silla, cama articulada... Además, pidió el servicio de ayuda a domicilio y cree que tuvo una gran suerte con la trabajadora que les tocó. «Me lo concedieron enseguida y estoy muy contenta», explica Mariví Palomero.  

A sus 105 años y después de una vida plena, Piedad se encuentra encamada -no se levanta desde agosto- y no oye prácticamente nada. Sin embargo, lee sin gafas los subtítulos de las películas de la tele y enseguida sabe si quien entra en su cuarto le cae bien o no; con solo un vistazo sus vivarachos ojos emiten veredicto. La mujer que acude a ayudar a su hija se encuentra entre sus favoritas, asegura Mariví.

En esta casa sienten un profundo respeto por la labor que desempeñan las trabajadoras a domicilio, a su juicio «muy mal pagadas y mal consideradas» por una sociedad rural en la que falta «cultura de ser ciudadanos», con quienes «vienen a ayudarte, no a hacerte el trabajo que te corresponde a ti», puntualiza.

Frente a quien las ve como poco más que «criadas», se levanta Mariví. «Respeto muchísimo el trabajo que hacen, porque para mí es esencial», recalca.De hecho, considera que «el servicio debería llevarlo la Diputación, no se lo tenían que dar a una empresa, porque están tratando con seres humanos», añade.

Nunca había tenido problemas con el servicio. Es más, siempre que desde la empresa le han pedido un cambio, ha accedido. Sin embargo, este verano ella necesitaba variar el día de la asistencia por una consulta y todo fueron dificultades, pese a que ya iba con la solución bajo el brazo. «Entiendo que me pidan un justificante médico, porque hay quien abusa, pero no que tenga que pedir permiso a la Diputación. Me pareció ridículo», apunta.

Otro día crítico fue cuando coincidió el inicio de las vacaciones de la trabajadora habitual con un viernes por la mañana, el de más trabajo en la casa de Piedad y Mariví. Y le enviaron «una persona sin formar» a casa. «¡Claro que la empresa no encuentra gente! Este trabajo no es nada agradable... No es culpa de la trabajadora pero tiene que venir sabiendo, más cuando estás tratando con seres humanos», dice. 

Sin la ayuda a domicilio, Mariví no se podría mover prácticamente para nada de su casa.«Este servicio es necesario», en su caso como complemento a la apuesta personal que realizó. «Yo conozco una residencia por dentro y a una residencia no la llevo. Mi madre ha tenido una vida muy sacrificada y si vine e hipotequé mi vida fue para que ella disfrutara de la vida que necesitaba», confiesa rotunda.

«Porque volvemos a lo mismo. No tienen personal suficiente. No es problema de las auxiliares. Las residencias las tienen para ganar dinero y al final ahorran en personal, en seres humanos, y eso repercute en los usuarios», concluye.