Pegado al órgano de su pueblo

R.E.M
-

José Zaldo García-Basoco nació en Pradoluengo y allí comenzó su vida musical. Tras una exitosa trayectoria, a sus 76 años disfruta siempre que puede del instrumento que posee la parroquia

José Zaldo García-Basoco nació en Pradoluengo y allí comenzó su vida musical. Tras una exitosa trayectoria, a sus 76 años disfruta siempre que puede del instrumento que posee la parroquia - Foto: DB

Nacido en Pradoluengo, allí comenzó su vida musical porque tocaba de muy joven y su madre fue organista. José Zaldo García-Basoco realizó los estudios de conservatorio en Madrid y Bilbao, donde obtuvo los títulos superiores de piano, composición y dirección de orquesta. Ha recorrido múltiples escenarios durante su trayectoria y ha conseguido deleitar con su arte a miles de personas, pero a sus 76 años le hace tremendamente feliz poder pasar largas temporadas, como el verano entero, en su querido pueblo pegado al órgano durante horas y horas. «Cuando vengo me hago mis horas aquí, es cuando más gusto le estoy cogiendo, ahora que estoy libre de todo pues estudio y toco», comenta. Aunque reside en León pasa muchos meses en este municipio burgalés y, de hecho, lleva toda la época estival allí. «Es un pueblo muy bonito con un paisaje estupendo para andar, que a mí me gusta mucho andar también», explica. Una rutina que combina con la que, sin lugar a dudas, es su gran pasión. «Tengo el órgano donde puedo divertirme una hora o dos, así que paso las mañanas de maravilla», confiesa.

Su familia materna siempre ha estado ligada a la música. Su abuelo fue director de bandas y sus tíos también fueron directores, por lo que se convirtieron en sus profesores principales. Él ingresó, por oposición, en el Cuerpo Nacional de Directores del Ministerio de Defensa como el primero de su promoción en toda España. Profesor y director del Conservatorio de Música de León, se convirtió en el director fundador de la Orquesta Sinfónica de León.  Ha compuesto obras musicales, ha escrito artículos en prensa y ha realizado trabajos de investigación, entre otras cosas.

Recuerda que en Pradoluengo siempre ha habido órgano de tubos y ahora desde hace aproximadamente una decena años poseen uno electrónico extraordinario, «que suena muy bien y se adapta a la cuestión religiosa». Funciona como un gran órgano de tubos con todos los adelantos que tiene la electrónica y las grandes posibilidades que ofrece. «Te hace casi el efecto, no es lo mismo, pero te hace un efecto perfecto y se puede tocar todo tipo de música», asegura. «Y ahora que hay buen órgano pues decidimos dar un concierto», manifiesta Zaldo en referencia al que realizó este pasado viernes en la parroquia de la Asunción. En las misas siempre ha tocado, acompaña al coro, y reconoce que es un pueblo que siempre ha contado con organista. De hecho, recuerda que su madre iba todos los días y ha habido mucha afición.

Para el programa que preparó para su gran concierto el pasado fin de semana intentó poner de casi todas las épocas, empezando con una obra de Händel, un preludio y una fuga de Bach, para pasar al clasicismo con Ave Verum de Mozart y la Marcha Turca, después al romanticismo con Mendelssohn, la canción de cuna de Brahms con su propia introducción así como la danza húngara número 5. Tienen cabida también las obras de su tío Ángel García Basoco y un tríptico que hizo este año para órgano (meditación, intermedio y canon) y su marcha profesional. En definitiva, «bastante variado, de todo tipo de música» aunque a pesar de que «la música clásica es la que me priva y lo que más ilusión me hace, las sinfonías y todas esas cosas...». Se queda con Bethoveen, Mozart, Schubert, Brahms o Chaikovski.