Hay que volver a las estadísticas de abril para encontrar una quincena en la que la provincia confirmara 700 nuevas infecciones por coronavirus (entre 434 y 452, según la fuente, solo en Aranda), como ha ocurrido en las últimas dos semanas. Vuelve a ser una cifra alta de contagios, pero reflejo de una realidad distinta a la de primavera porque, ahora, nueve de cada diez positivos en SARS-CoV-2 se detectan en personas asintomáticas. La diferencia no es baladí, ya que indica que el virus se encuentra porque se le busca mediante un rastreo; en primavera, las personas sin síntomas no se contabilizaban.
Sin embargo, también es una evidencia que cuantos más casos se confirmen, más probabilidades hay de que aumente el número de personas que acaban desarrollando síntomas de la covid-19, así como de que a un porcentaje indeterminado de ellos la enfermedad se les complique lo suficiente como para requerir hospitalización en planta o, incluso, cuidados críticos. Y eso es algo que ya se está apreciando en los tres hospitales burgaleses, donde vuelve a haber 17 pacientes ingresados en planta por la covid-19 y otros dos en la UCI.
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