22 contratos a jóvenes con discapacidad gracias a Aspaym

G.A.
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El programa, que cuenta con la financiación de la Junta de Castilla y León y del Fondo Social Europeo, trata de ayudar a un colectivo de muy complicada empleabilidad y de disipar prejuicios entre las empresas.

Abel trabaja en Aspaym como ‘chico para todo’: atiende al teléfono, recibe a las visitas y si algún ordenador da problemas, él se encarga. - Foto: Patricia González

De entrada, parece una misión casi imposible. Encontrar empleo a menores de 30 que, además, tienen una discapacidad en un país donde la tasa de paro juvenil es bastante más alta que en el resto de la Unión Europea, se antoja una empresa compleja. Pero el objetivo se va cumpliendo. La asociación Aspaym desarrolla desde hace unos años el Programa de Itinerarios Personalizados de Inserción Sociolaboral para Jóvenes con Discapacidad, que cuenta con el apoyo económico de la Junta de Castilla y León y del Fondo Social Europeo, para acompañar para chicas y chicos en la tarea de hallar un empleo y para divulgar entre las empresas las capacidades que tiene este colectivo. La trabajadora social responsable del programa, Elsa Rodríguez, explica que los procesos que se siguen son completamente individualizados y centrados en las personas demandantes de empleo.

«En una primera entrevista conocemos qué objetivos y expectativas tienen y a partir de ahí nos centramos en buscar ofertas que les puedan encajar. También sensibilizamos a las empresas y les explicamos que una discapacidad no tiene por qué ser una limitación, que son personas completamente autónomas», precisa. En lo que va de año han pasado por allí 40 usuarios y se han conseguido 22 contratos a 15 personas diferentes: «Nos gustaría que esta iniciativa se conociera y llegara a más personas», añade la trabajadora social, que, por un lado, se duele de que la ubicación de Aspaym (está en Villagonzalo Arenas, en la calle La Coronela) no ayuda a que el programa tenga más difusión y, por otro, agradece al bien engrasado tercer sector de Burgos la colaboración entusiasta de otras asociaciones cuando se trata de encontrar un empleo a un joven.

Es el caso de Paula Lizarraga, de 22 años, que ha estado todo el curso trabajando en la limpieza del colegio Antonio Machado, a través de un contrato obtenido gracias a este programa de itinerarios laborales. Fue la Asociación Hechos la que le derivó a Aspaym y así empezó su relación con Elsa Rodríguez. Paula tiene una discapacidad del 40% por una sordera en los dos oídos (lleva audífonos) y cuenta con título de FP Básica de Cocina y Restauración: «Mi primer trabajo fue en una pizzería pero el ruido que había en el comedor me hacía muy difícil entender las comandas y aunque luego me pasaron a la cocina nunca me encontré a gusto», explica.

Primero hizo una sustitución en la propia asociación Aspaym, un trabajo que fue apoyado por Elsa Rodríguez, y esta experiencia más un curso de 25 horas con sus prácticas , también organizado por la entidad, fue el bagaje que le hizo ser considerada apta para la empresa de limpieza que la contrató hasta el pasado mes de junio, cuando terminó el curso escolar. Ahora, durante el verano, va a dedicarse al cuidado de su hijo pero tiene intención de reincorporarse al mercado laboral.

«Yo he visto bastante discriminación debido a mi discapacidad y lo único que quiero es llevar una vida normal, que sea algo natural que yo pueda trabajar», dice. La escucha atentamente Abel Ortega, de 28 años, que sufre epidermólisis bullosa, una enfermedad minoritaria y de origen genético también conocida como 'piel de mariposa' en la que las proteínas que dan resistencia a la piel o no existen o no funcionan correctamente. 

Abel, que tiene un grado medio en Informática, llegó a Aspaym en  junio de 2021 después de dejar de trabajar en una tienda donde arreglaba móviles. En agosto ya estaba haciendo una sustitución en L'Oréal y dos meses después se incorporó a la propia asociación donde buscaban una persona para servicios auxiliares: «Nos dimos cuenta de que era perfecto para el puesto. Primero tuvo un contrato de seis meses y ahora tiene uno de un año. Lo que ha ocurrido con Abel es lo que propiciamos con el programa, conocer bien a las personas que buscan un empleo, ayudarles con los itinerarios, que ellos se impliquen y, sobre todo, que las empresas sepan que son de nuestra total confianza».

Así que Abel es, como él mismo dice con mucho humor, un 'chico para todo'. Atiende a las visitas, coge el teléfono, apoya a los fisioterapeutas, conduce si es necesario, ayuda a sus compañeros cuando tienen dificultades con los ordenadores y, sobre todo, no se detiene ante nada. «Yo siempre he sabido buscarme apaños contra las trabas que me ha supuesto mi enfermedad», dice. También ha desarrollado una fortaleza enorme frente a las miradas curiosas de los demás y a las preguntas, a veces, incómodas que le han hecho. «Aunque a veces pasa, la mayoría de la gente no tiene mala intención. Recuerdo una vez que un cliente se interesó por mí después de ver un reportaje en televisión. Y una señora me dejó en la tienda en la que trabajaba una crema de aloe vera para que me la diera en las manos».