Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


Apreciado Daniel...

05/03/2022

Pongamos que tenemos una empresa de Arquitectura. Y que el Ayuntamiento licita un concurso. Digamos que el de Remodelación del entorno del Monasterio de las Huelgas. Imaginemos también que la Administración Municipal da tres meses para concursar. Y que la documentación que se exige incluye cinco memorias técnicas, un análisis de los condicionantes históricas del ámbito, los planos, un presupuesto justificado, y una simulación visual digitalizada del conjunto. Estimemos que el trabajo obliga a doce semanas de un experto. Cuatro de ingeniero para redactar las memorias. Cuatro de arquitecto para los planos. Y cuatro de un especialista en infografías y modelado en tres dimensiones. Y que la inversión aproximada es de seis mil euros -los plazos, como en las pirámides, se pueden reducir aumentando el número de esclavos: el coste, no- Consideremos también que el pliego nos obliga a asociarnos con cinco técnicos de experiencia acreditada en intervenciones históricas similares. Un ingeniero de Caminos para pavimentar. Un arquitecto para rehabilitar espacios urbanos. Un ingeniero o arquitecto para iluminar. Un ingeniero de Obras públicas o arquitecto técnico, el pliego no explica para qué. Y un arqueólogo o licenciado en Historia del Arte. ¡Más cocineros que comensales…! Imaginemos, que, aún así, nos echamos al monte: ¡y concursamos…! Si tenemos mala suerte, ganaremos.

Ingresaremos doce mil euros al mes durante ocho. Gastaremos nueve mil -la cuota de producción de un estudio rentable supera el setenta por ciento- Y cinco de las seis partes de los tres mil quinientos euros restantes serán para nuestros nuevos socios a tiempo parcial.

Nos quedarán limpias seis cosas: menos de seiscientos euros cada treinta días, una condena revisable al alza de ocho meses de trabajos forzados para la administración, diez años de responsabilidad civil, doce entregas parciales, y la obligación contractual de emitir veintitrés facturas en diferentes conceptos. Si tenemos buena suerte, ojalá, perderemos. Tres meses en tiempo. Seis mil en euros. Y el coste psicológico de enfrentarnos a un jurado de menor solvencia acreditada que la nuestra, según el propio pliego. Nada que no sepas. Seguro. Un abrazo. Apreciado Daniel…