Benditas notas

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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El alumnado de Autismo Burgos disfruta de una hora a la semana de música en directo y participativa gracias al proyecto 'Miradas' de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León

Benditas notas - Foto: Luis López Araico

Los viernes desde hace casi un año son días de mucha fiesta en el colegio El Alba, de la asociación Autismo Burgos. A eso de las diez de la mañana llega Raquel con su violín y Fernando con el bajo y Andrés con la guitarra y los tres con su sonrisa bien puesta y los bolsillos llenos de música y canciones hacen que las niñas y los niños que allí estudian y también los que están en las aulas específicas del colegio Virgen de la Rosa pasen una de las mejores horas de la semana. Son las diez y media de la mañana y el momento se va acercando. Mientras los maestros  colocan sus instrumentos y organizan el aula para que todos lo pasen bien se asoma Paula por la puerta. Tiene 19 años, una preciosa camiseta de Minnie Mouse, una sonrisa de oreja a oreja y muchas ganas de saludar. Aún no es el turno de su grupo pero ha llegado de avanzadilla para recibir a los músicos, que ya han colocado el atril y las sillas en círculo. Lo que pasa a partir de entonces es algo que conmueve, que está a medio camino entre la magia y la ciencia y que supone la constatación de que la música es conocimiento, es comunicación, es alegría y es vida.

Llega el primer grupo. Son adolescentes y preadolescentes que están en ese momento del estirón y el bigotillo. Caminan lentamente, alguno se tapa los oídos con las manos, se sientan, miran un poco desconfiados a su alrededor... pero cuando suena la canción del saludo se van relajando. La conocen. Raquel Rodríguez, violinista y profesora del Conservatorio, se dirige a cada uno de ellos por su nombre con una voz cálida y acogedora y también lo hace con el resto de músicos y con las profesoras que acompañan a los chicos, que se van tocando la cabeza y las piernas y se estiran, se relajan. Gedeón, Iván (que ya se ha quitado las manos de los oídos), Carlos, Marcos, Gabriel y Pablo empiezan a moverse cuando comienzan los primeros compases de Minor Swing, la popular pieza de jazz gitano de Django Reinhardt, y harán lo mismo con los otros temas como el clásico Frére Jacques o el dulce Mantusha Lupamusha.

A lo largo de la sesión, los chavales se acercan a los instrumentos, siguen con la mirada a los intérpretes (las manos de Fernando Pulido parece que les hipnotizan), se fijan en sus gestos, que a veces repiten, y juegan con las notas y los colores. Gedeón  se pide el amarillo cuando entre todos tienen que sostener un enorme círculo con diferentes tonalidades. La clase se ha convertido ya en una fiesta en la que se mezclan una jota y una nana y en la que en el último momento, como pasa siempre, llega lo mejor. Los chicos han terminado y están saliendo por la puerta cuando Iván se acerca a la guitarra de Andrés Alonso, que otros días ha llevado un instrumento tan exótico como la hansa veena, de origen hindú. ¿Qué busca entre las cuerdas? Pues una pieza más dura que lo que ha sonado hasta entonces: Andrés se arranca por AC/DC e Iván comienza a moverse al ritmo y a bordar un número de air guitar entre las risas de sus profesoras. Pero es hora de terminar porque llega el segundo turno y Pedro, Isabel, Luis Ángel, Sheila y Ricardo están impacientes por empezar.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)