Cierran 14 locales de hostelería en Briviesca en 10 años

S.F.L.
-

Durante este año se ha inaugurado una vinoteca, reabierto cuatro locales y clausurado las dos tabernas más antiguas de la ciudad y un bar. Los camareros afirman que «hay movimiento»

Fernando Fernández dejó de lado las multinacionales para asentarse en Briviesca y abrir una vinoteca. - Foto: S.F.L.

Lejos de ahuyentar a los más emprendedores tras lo sufrido durante los dos años de restricciones con motivo de la pandemia, cinco vecinos de Briviesca han apostado por la hostelería, uno de los sectores que más afectado se ha visto en los últimos tiempos, no solo por la crisis sanitaria, sino por la temida despoblación. Tan solo en una década, el centro de la ciudad, que presumía de contar con más de medio centenar de establecimientos en activo, ha perdido 14. 

No obstante, la localidad ha cogido en 2022 un ritmo de vértigo y en cuestión de meses, cinco bares han abierto de nuevo sus puertas. El Donosti,  Cheers, Rumbo, Sildavia, Sant Café y la vinoteca Vadebaco vuelven a formar parte de una amplia ruta hostelera con 40 locales en funcionamiento y sus nuevos inquilinos exponen con ilusión que las previsiones no eran tan buenas como las obtenidas.

Un infarto cerebral hizo que Fernando se replanteara su futuro y tras más de 40 años dirigiendo una multinacional en Madrid, bares y restaurantes, optó por volver a sus orígenes, a la ciudad que le vio crecer. Como amante del vino no le tembló el pulso a la hora de abrir la primera vinoteca de la ciudad, de la que se siente «tremendamente orgulloso». Ana gestiona el Rumbo desde que se trasladó de Barcelona. Además de poder degustar varias raciones, también se puede jugar a los dardos. Asegura que «en la ciudad hay movimiento y trabajamos bien».

Asimismo, las generaciones más jóvenes también consideran que se puede sacar rentabilidad en un bar. El mítico Donosti apenas mantuvo la verja bajada horas. En el momento en el que los propietarios anunciaron el cierre por jubilación, Jean Paul se ofreció para gestionarlo. «Doy servicio por las mañana y las noches los fines de semana, y estoy encantado de ofrecer a mis vecinos un lugar en el que comer buenos pinchos y pegarse una fiesta», manifiesta. Tito ya contaba con experiencia detrás de la barra y confiesa que el Sant Café «funciona genial».

Por contra, Banesa confiesa no tener la suerte de su lado y augura un cierre inminente del Sildavia a tan solo dos meses de reabrir sus puertas. «Noviembre y diciembre han sido desastrosos y no puedo permitirme perder más dinero», se lamenta. A su vez, la tradicional tasca Quintana clausuró el pasado mes las puertas por jubilación tras permanecer al servicio de los clientes durante más de un siglo, y la taberna Pelokaki siguió el mismo camino dejando a la ciudad huérfana de los dos últimos locales con esencia de bodeguilla. Lo mismo ha ocurrido con el ¿Y ahora qué...?. Las propietarias del local, situado en la calle Santa María Encimera -una de las que cuenta con más alternativas de locales de hostelería- emprendieron otras actividades y desde entonces un cartel naranja de 'se alquila' pende de la puerta.

Locales vacíos y bares que obtuvieron un gran éxito pero que ahora descansan a la espera de que los devuelvan a la vida, pese a que desde la Cámara de Comercio informan de que no hay ninguna apertura prevista a corto plazo.