En la serie Downton Abbey, ese Arriba y Abajo actualizado de hace una década, vivían la Gran Guerra primero, y luego se les venía encima la gripe española: una desgracia tras otra. Entremedias, la cocinera se las veía y deseaba para conseguir provisiones suficientes a un precio razonable para que el nivel culinario permitiera a los aristócratas de escaleras arriba mantenerse un poquito en la inopia y tuvieran solo problemas del primer mundo. Lo de ahora es un poco como aquello de hace un siglo, solo que todo mezclado. Hace dos años era la histeria del papel higiénico y la levadura, hoy el aceite de girasol. Y la luz y la gasolina, cuyo precio no tiene sentido que refleje aquí porque en cuestión de días ya habrá otro máximo histórico. La actualidad es tan cambiante y caótica que cualquier cosa que les cuente este periódico en la edición de hoy puede dar un giro en la de mañana. 

Así que veremos qué tenemos que contar los periodistas de la constitución de las Cortes de Castilla y León, quién las presidirá y cómo se las apañará Alfonso Fernández Mañueco para gobernar la Comunidad sin comprometer algunas de las decisiones de su propio Gobierno durante la pasada legislatura, entre ellas la de ofrecer un pequeño paraguas a las familias de los represaliados durante la Guerra Civil a través de un Decreto de Memoria Histórica. Eso por no hablar de otra de las prioridades de la ultraderecha, probable socio de gobierno del PP tras la brillante idea de convocar elecciones: dejar sin efecto la ley autonómica contra la Violencia de Género. O esas argumentaciones xenófobas que provocan, como mínimo, sonrojo, porque el tiempo de las risas ya ha pasado: lo que se dice, y cómo se dice, importa. Y tiene consecuencias. A ver si hay suerte y la presidenta de la Comunidad de Madrid no tiene alguna ocurrencia sobre vírgenes, días internacionales o congresos de partido y centramos un rato el foco de nuevo sobre el futuro político de Castilla y León.