Para que se desate el caos y la nieve colapse la capital burgalesa el temporal debería ser incluso de mayor calibre que el que vivieron los madrileños el fin de semana. La ciudad estaba preparada para que Filomena descargase toda su energía y, sin embargo, la cantidad de copos caídos se quedó lejos de la que previeron los expertos. Burgos durmió bajo un pequeño manto blanco, pero los servicios municipales madrugaron para retirarlo y a media mañana del domingo ya estaba prácticamente retirado. A algunos vecinos les llamó la atención que las máquinas no llegasen a todos los barrios por igual. A las pruebas se remitían, pues incluso en la jornada de ayer aún tenían que medir los pasos para no patinar sobre el hielo y sufrir una caída. Los restos del temporal eran visibles en aceras y calzadas de zonas como El Crucero, San Pedro y San Felices o Cortes.

El principal problema en casi todas las calles de estos lugares más alejados del centro estaba en las aceras. El alcalde, Daniel de la Rosa, ya solicitó la ayuda de todos los ciudadanos para limpiar los accesos a los portales, garajes y negocios dada la limitación de medios. Tal vez preveía que a pesar del intenso trabajo de los empleados municipales sería imposible llegar a todos los rincones. Las vías aledañas a la plaza de Aragón, en San Pedro y San Felices, aún lucían ayer una paupérrima imagen. Montañas de hielo seguían gobernando en mitad de la calzada y los vehículos se veían obligados a reducir la marcha e, incluso, a esquivarlas.

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