Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Sapere aude

07/03/2022

Si alguna vez creímos que con la epidemia de coronavirus teníamos cubierto el cupo de desgracias colectivas nos equivocamos. Desaparecido el bicho, arrinconado en los países donde la población se ha vacunado, hemos entrado en una tregua que esperamos que dure largo tiempo, pero no es suficiente para estar tranquilos: tras esta reciente tregua nos hemos encontrado con una guerra, ya sé que está un poco lejos, que la vemos por televisión, pero nos incumbe y nos afecta. 

Uno de mis maestros de vida, un referente para quienes buscan la trascendencia en la vida es Willigis Jäger, monje benedictino alemán fallecido hace escasos dos años que representaba la convergencia de las tradiciones espirituales de Oriente con la mística de Occidente. De él aprendí que no existe el mal, una afirmación muy atrevida, casi irreverente si observamos el entorno en el que percibimos muchas acciones que parecen manifiestamente maliciosas. Pues bien, Jäger venía a decir que el mal es fruto de la ignorancia, de la falta de conocimiento, y esa limitación es la que nos empuja a cometer determinadas acciones. Supongo que a ustedes les sucederá como a mí la primera vez que oí esto: aceptar que no existe el mal rechina, pero si consigues profundizar en conceptos relacionados con la dualidad de la vida, algún rayo de luz acude en tu auxilio. 

Nunca he visto en esta interpretación una excusa que exima de responsabilidad a quien vive maliciosamente, y Putin será un ignorante pero cargado de responsabilidad en la catástrofe humanitaria que está provocando, y esperemos que algún día tenga que dar cuenta de sus actos.

Sapere aude, atrévete a saber, es una locución latina atribuida a Horacio que deberíamos gritar al oído de extremistas como Putin que justifican su dictadura y sus crímenes como si los cometieran en defensa de algunos principios inviolables de origen incierto. Sapere aude habría que susurrar a los que matan por banderas, disparan en las fronteras o se emborrachan con sus himnos.

Atreverse a saber es un acto de valentía que eleva nuestra conciencia humana y nos permite entender que el otro y yo pertenecemos al mismo grupo, a la misma especie, que no somos diferentes, que somos el mismo.