Me ha costado recuperar la autoestima después del batacazo de las elecciones del 13 de febrero. No ha sido fácil. Estuve analizando los datos y comprobé, para mi pesar, que no me habían votado ni los familiares directos. Pero no hay mal que cien años dure. A veces ni dos meses. Esta semana he encontrado alivio y argumentos para volver a creer en mí mismo y en mi ombligo después de leer las reflexiones de otro de los damnificados en la contienda. Se lo recomiendo también a ustedes cuando tengan un mal día. Métanse en la cuenta de Twitter de Francisco Igea (@FranciscoIgea) y lean el hilo que ha publicado el procurador de Ciudadanos con sus reflexiones en torno al análisis post electoral realizado por el CIS. Tiene varios puntos, pero el primero lo dice todo: ¿Quiénes nos votaron?: Alto nivel de formación, políticamente en el centro, ocupados, directivos, intelectuales y científicos, profesionales de nivel medio. Ya tenemos lema para la próxima campaña: Ciudadanos, el partido de los intelectuales, o de los preparados, que queda más castizo. No están mal tampoco las conclusiones 5 y 6: Nuestro votante es el más crítico y el que más piensa su voto. Su nivel de formación es más elevado y su nivel de ocupación también.

Contra lo que pudiera parecer, esas reflexiones no se resumen en dos, como los mandamientos: Honrarás a Ciudadanos sobre todas las cosas y no tomarás el nombre de Igea en vano. Buenos principios para los que no tenemos abuela. En mi análisis, he llegado a la conclusión de que el 13-F sólo me votaron los listos y los guapos. No está avalado por el CIS ni por ninguna otra empresa demoscópica, pero a mí ve sirve de consuelo. Ahora sólo queda ponerse a trabajar en favor de la evolución de la especie y conseguir que los votantes tengan la preparación suficiente para quedarme con todos los sufragios. No van a quedar tontos que voten a los demás.