Cepas con padrino

L.N.
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La bodega Territorio Luthier retoma una campaña que permite a los amantes del vino dar su nombre a viñas de variedades minoritarias

Cepas con padrino

Tras el éxito que cosecharon en plena pandemia de covid, los responsables de la bodega Territorio Luthier han decidido retomar su campaña 'Pon nombre a una cepa'. Si hace dos años ofrecieron la posibilidad de apadrinar 1.800 cepas, ahora lanzan otras 1.900. Detrás de esta iniciativa se encuentra la lucha por recuperar variedades de uva minoritarias, algunas incluso en peligro de extinción.

La filosofía de esta segunda campaña es la misma que la que guió sus pasos en 2020. Únicamente cambian las variedades plantadas. En esta ocasión, sus responsables, Cristina Alonso y Fernando Ortiz, se han decantado por cuatro: Bruñal, Cenicienta, Merenzao y Rufete Serrano Blanco. La primera procede de la denominación de origen Arribes del Duero y resulta muy especial a la par que muy escasa. La segunda, de marcado carácter, se da en la D.O. Rueda. Mientras, la Merenzao proviene de Galicia y se caracteriza por su piel fina, que da poco color y baja acidez, "pero muy elegante". Finalmente, la variedad Rufete Serrano Blanco es autóctona en la Sierra de Salamanca y se utilizaba para aportar a los tintos acidez y volumen. Según explica Cristina Alonso, estas variedades expresan "mucha singularidad", aunque no suelen ser excelentes en rendimiento.

Alonso echa la vista atrás y recuerda que la primera campaña se hizo en un momento crítico ya que el covid les complicó "enormemente" la plantación de su primer viñedo experimental de recuperación de uvas minoritarias, en colaboración con el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl). Sin embargo, la participación resultó clave. En apenas 15 días, se agotaron todos los lotes de vino. Así que podría decirse que todos salieron ganando: el viñedo se pudo plantar, su sueño se cumplió y llegaron a celebrar una jornada técnica sobre la comercialización de variedades minoritarias.

Además, quienes contribuyeron con su granito de arena disfrutarán cada año de una botella del vino que producirán sus vides. "La iniciativa va dirigida a todo el mundo, cualquiera lo puede comprar y visitar el viñedo. Ahora las cepas son pequeñas, pero iremos poniendo los nombres", detalla Alonso, mientras confiesa que la idea se les ocurrió a raíz de que en el cementerio de Sad Hill ofrecieran la opción de apadrinar tumbas. "Este es un proyecto vivo, muy bonito para participar", concluye convencida.