Bañuelos del Rudrón, ejemplo vecinal

F. TRESPADERNE
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La asociación de la localidad recibe uno de los premios autonómicos Fuentes Claras por su proyecto de integración paisajística en el espacio natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón a través de la participación ciudadana

Una vez al año los vecinos se calzan las botas y se meten al río Rudrón para retirar la maleza y tratar de minimizar los daños de las importantes avenidas que sufren cada cierto tiempo. - Foto: DB

En ocasiones el esfuerzo, en este caso colectivo, tiene recompensa y se valora el trabajo realizado, en esta ocasión de forma desinteresada, por los vecinos. Esto es lo que ha ocurrido con Bañuelos del Rudrón, una pequeña localidad que pertenece al municipio de Tubilla del Agua, en pleno Parque Natural de las Hoces Alto Ebro y Rudrón, donde la asociación de vecinos ha visto como las labores que viene realizando desde hace años de integración paisajística de la villa en ese espacio ha recibido uno de los premios autonómicos Fuentes Claras para la sostenibilidad en municipios pequeños de Castilla y León. 

En este caso, el segundo premio, que está dotado con 2.000 euros, se concede a la Asociación de Vecinos de Bañuelos del Rudrón, cuyo presidente, Raúl Bañuelos, se mostró muy satisfecho al conocer la noticia porque tiene mucho mérito alcanzar un galardón cuando se trata de una pequeña localidad. «Bañuelos es un pueblo humilde con apenas 11 empadronados, aunque su población se dispara en verano y fines de semana», afirma Bañuelos, a la vez que recuerda que ya no son pedanía (se perdió en 1974) y dependen administrativamente del Ayuntamiento de Tubilla del Agua, «con quien mantenemos una buena y fluida comunicación, y atiende nuestras demandas».

Esta asociación vecinal, que es la que 'gobierna' y pone 'orden', se creó hace doce años «para hacer llegar a las administración nuestras necesidades y poder gestionar nosotros mismos los asuntos del pueblo con mayor conocimiento de causa», declara Bañuelos, quien recuerda que en total son unos 145 socios-vecinos, «todos naturales, descendientes o veraneantes».

Numerosas zonas se han acondicionado como jardines, con riego automático.Numerosas zonas se han acondicionado como jardines, con riego automático. - Foto: DB

Una de sus peleas, al igual que otros pueblos de la zona, debido a la orografía del terreno, es el acceso a internet y a la telefonía móvil.  «En ocasiones para poder disfrutar de determinados servicios, como los de las telecomunicaciones, nos vemos obligados a formar alianzas con pueblos vecinos para compartir gastos, como por ejemplo los  que ocasiona tener una antena operativa estratégicamente emplazada en lo alto del monte para recibir, transmitir y bajar la señal al pueblo y dar servicio y cobertura a los vecinos», manifiesta Bañuelos, quien destaca la unidad que existe en la localidad y las «buenas» relaciones con pueblos próximos.

Apesar de esos inconveniente, Bañuelos del Rudrón tiene el privilegio de estar en el corazón de un parque natural y por eso desde la asociación vecinal, «apuestan por el cuidado y conservación de los espacios verdes en el núcleo urbano con la participación ciudadana y sin renunciar a los servicios básicos esenciales», afirma el presidente del colectivo vecinal. 

Convivir con las riadas. En los últimos años, los vecinos  han conseguido embellecer el pueblo, colocando jardineras y sembrado césped con riego automático, recuperado fuentes y renovado parte del mobiliario urbano (bancos, mesas y barandillas), prestando especial atención a sus bienes etnográficos, como fuentes, pilones, molino e iglesia de San Esteban, que está declarada bien de interés cultural (BIC), «para lo que trabajamos incesantemente en la  recuperación y conservación de estos elementos del pueblo».

Además de estas actuaciones, los vecinos, matiza el presidente de la asociación, «hemos aprendido a convivir con las avenidas del río, que acostumbra cada cuatro o cinco años a campar a sus anchas por las calles del pueblo, entrando a las casas a su antojo y en cuestión de horas retornar a su cauce, como si no hubiera pasado nada». Para intentar paliar los daños de esas avenidas, casi todos los años, «nos enfundamos las botas y  nos metemos al río para retirar troncos cruzados del cauce, desbrozar maleza y mantener limpios los márgenes fluviales», asegura Bañuelos, quien reconoce que a pesar de los esfuerzos «cada diez años el río reclama su terreno y nos gana el pulso».

A pesar de ellos, tres o cuatro veces al año desde la asociación convocan a los vecinos «para trabajar por y para el pueblo organizados en cuadrillas, convirtiéndonos en los verdaderos protagonistas de esta historia», una historia cotidiana porque ellos mismos se encargan de la puesta en marcha y funcionamiento de los depósitos de agua, así como de cuidar y mantener limpias las calles y espacios públicos.

Un trabajo realizado en equipo, con gente de todas las edades, que ahora ha tenido la recompensa de un reconocimiento de la Junta de Castilla y León.