Aprovecho estas primera líneas para presumir de vecindario y ponerme la boina. Al chico que ven en la foto de la derecha (en la versión impresa), tan risueño tocando el acordeón, le conoce la mayoría como Jorge Arribas, uno de los miembros del dúo Fetén, Fetén. En Gumiel le identificamos como el nieto del Aritos. Ya saben. No se esfuercen en localizar en los pueblos a alguien por el nombre y los apellidos. Vayan directamente al apodo, al mote. 

En la villa donde tuvieron un bar los antepasados del nieto del Aritos y de un servidor hoy celebramos a San Roque. De acuerdo. Tampoco es para presumir. Hay que buscar con candil las localidades de la provincia que estos días no están de jarana, han estado o estarán. Los meses de agosto han vuelto a ser lo que fueron y los pueblos recuperan durante unas semanas ese paraíso que parecía perdido con la dichosa despoblación. Da gusto ver tantas bicicletas aparcadas de cualquier manera en la calle, a la espera de que vengan los zagales a cogerlas para acercarse hasta el pueblo de al lado o, ahora que abundan, darse un chapuzón en la piscina. 

Este periódico retomaba ayer lunes la serie veraniega Mi pueblo es el mejor. Fotografías en las que los vecinos posan para dejar constancia de que siguen presumiendo de la tierra donde están sus raíces. Unos le ponen más imaginación que otros, pero todos le echan ganas. Algunos lo aprovechan para lucir monumentos o rincones con especial encanto. Otros para demostrar que no están dispuestos a dejar que se les lleve por delante el tsunami de la España Vaciada. 

No forma parte del objeto de esa sección, pero no estaría de más que los políticos guardasen en sus retinas otras fotografías que también publicaba este lunes festivo Diario de Burgos. En ellas aparecen vecinos de localidades pegadas al Canal de Castilla. Reivindicaban mejoras en las infraestructuras para que no vuelvan a ocurrir desgracias como la de hace 10 años. Y las autoridades han de hacerles caso. Eso es preocuparse por el medio rural.