Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


En pie de guerra

28/02/2022

Nos habíamos repetido una y otra vez, hasta convencernos de ello, que la pandemia provocada en 2020 por el coronavirus era «nuestra guerra», que la covid-19 nos había acarreado un tiempo de calamidad extrema que venía a sustituir a los graves conflictos bélicos que tuvieron que sufrir las generaciones anteriores. Pues ahora resulta que no, que estábamos equivocados de punta a cabo, y que los cien mil muertos que de momento ha provocado esta plaga moderna en España puede que no nos libren de participar en una guerra si la agresión militar de Rusia a Ucrania zarandea el orden internacional hasta el punto de desencadenar una conflagración planetaria, que sería la tercera que se registra en poco más de un siglo.

De momento, las sobrecogedoras imágenes de los bombardeos sobre zonas residenciales de Kiev han hecho comprender a quienes no vivieron los años de la carnicería de los Balcanes que la barbarie más atroz no solo se manifiesta en lejanos países sin romanizar, como Afganistán, el Chad o Nigeria, sino que también puede estallar en la refinada Europa, por mucho que la linde meridional de la llanura rusa nos haya parecido siempre el punto en el que la civilización da paso a un enigma salvaje. 

Tampoco tenemos una idea muy precisa, en honor a la verdad, de cómo se libran las guerras modernas, en las que uno se figura que, además de misiles de largo alcance, se disparan también sofisticadas armas cibernéticas que a lo peor, y si las cosas vienen mal dadas, acaban apuntando a nuestro sistema financiero o a algunos órganos clave de nuestra administración pública. Pronto, en todo caso, empezaremos a percibir algunas de las primeras consecuencias de un combate que de momento se dirime a 3.000 kilómetros de distancia, como el encabritamiento de los precios de la energía y de algunos alimentos básicos.

Sumido en esas otras oscuras reflexiones, la verdad es que a uno se le antojaba hoy un tanto frívolo liarse a hablar del traslado a Fuentecillas de las barracas festeras, o del regreso de Don Carnal y doña Cuaresma, o del bar de Fuentes Blancas. Pero espera que los delirios hitlerianos de Vladimir Putin no ocupen esta sección ni una semana más.