Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Mea culpa

13/02/2022

En la misa previa al cónclave que nombró Papa a Joseph Ratzinger, el que después sería Benedicto XVI intentó explicar su noción de relativismo. «Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja sólo como medida última al propio yo y sus apetencias». El yo y sus apetencias. De esto saben mucho en los pasillos de los conventos, en los colegios religiosos y en algunos confesionarios.

Me llama la atención que al anciano exjefe de la Iglesia católica, su propia noción de relativismo se le haya vuelto en contra como un bumerán y ahora no pueda descansar su nonagenaria conciencia en su retiro dorado de Ciudad del Vaticano. Incluso a él le han salpicado los rumores de que miró para otro lado cuando era el arzobispo de Baviera.

Ahora, y salvo honrosas excepciones como ese valiente deán de la Catedral de Bilbao, una parte significativa de la Iglesia española recupera ese mismo relativismo que antes era pecado moral para seguir olvidándose del 'yo y sus apetencias'. Hace unos días Ricardo Blázquez, hasta hace no tanto presidente de la Conferencia Episcopal, afirmaba que «en esto de los abusos sexuales, todos hemos llegado tarde: la Iglesia, las familias...». 

Aunque hay que reconocerle al arzobispo de Valladolid que apoye la investigación de la Fiscalía, su argumento le sonaría bastante 'relativo' al propio Albert Einstein. ¿Se puede exigir la misma responsabilidad a los que regentaban los colegios y conventos donde se producían los abusos, con su capacidad de presión sobre las familias y su complicidad para ocultar los delitos, que a las víctimas? No parece una balanza muy 'relativa' para buscar el reparto de culpas. Una de las 58 que ya han salido de una investigación de la Universidad de Navarra, una mujer abusada por las monjas, relata como le hicieron sentirse como «una cosa, sin derecho alguno». 

El portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, todavía anda preocupado estos días con que «se establezca una causa general que identifique los abusos con la Iglesia». Ese es un riesgo 'relativo' que su institución podría despejar como han hecho otras. En Francia (con más de 300.000 casos), EEUU o Portugal ya están despejando sus incógnitas. En España e Italia parece que prefieren que la verdad, esa que debería hacernos libres, les siga apretando los alzacuellos.