Caramelos, gominolas, chicles de colores y diferentes sabores... Una fantasía para los sentidos que ataca directamente a enfermedades del sistema nervioso contra relacionadas con el alcoholismo y la adición al tabaco, entre otras patologías. Llaman la atención por tratarse de formatos más amigables y fáciles de ingerir para los fármacos que las pastillas, sobres y jarabes más tradicionales.  También porque algunos de ellos se han desarrollado desde la vivienda de David Lucio, un briviescano que dejó atrás la estresante China y la capital de Navarra para instalarse de nuevo en su ciudad.  

El cambio de aires no impide al doctor en química aparcar sus proyectos relacionados con el sector farmacéutico y, a pesar de que ha cambiado los grandes despachos por uno más a medida, continúa aportando grandes avances a la ciencia. Ha fundado una empresa que «no tiene un nombre como tal porque estoy dado de alta como autónomo, no como sociedad», aclara, pero en el comercio se le reconoce como Horizon I+D. «Me costó elegir un nombre pero me decanté por este porque para mí la investigación es algo así como caminar hacia el horizonte, cuánto más avanzas, este más se aleja… nunca lo alcanzas, pero sirve para avanzar y progresar», añade.  

La experiencia internacional le ha permitido volver a casa, al igual que las facilidades que aportan las nuevas tecnologías a la hora de emprender y crear su propio negocio de servicios de investigación y desarrollo para la industria farmacéutica y biotecnológica. Realiza experimentos que requieren tecnología y práctica en la interpretación de resultados de la que no disponen la mayoría de los laboratorios farmacéuticos (difracción de rayos X, análisis térmico diferencial o cromatografía líquida); gestiona proyectos para terceros coordinando las diferentes fases del desarrollo de un medicamento (análisis de patentes, dar con la fórmula del mismo, elegir los métodos para poder analizarlo, organizar el ensayo clínico en hospitales y escribir el dossier para registrarlo en las Agencias del Medicamento). A su vez destaca en la asesoría en proyectos de I+D.

A lo largo de su carrera ha participado en investigaciones de antibióticos, y analgésicos-antiinflamatorios para tratar la diabetes, el cáncer de pulmón o enfermedades del sistema nervioso central,  cuyas formas farmacéuticas iban desde las convencionales (comprimidos, efervescentes, cápsulas duras y blandas, polvo para suspensión oral o jarabes) hasta las más novedosas o «friendly, como se las conoce en el mundillo», expone. Los productos finales son chicles, caramelos, gominolas o sprays, que hacen que la actividad del burebano se distinga de las de la competencia ya que hay pocos expertos que se dediquen a trabajar en este tipo de composiciones. En ocasiones, tragar algo tan diminuto como una pastilla se convierte en una misión imposible, sobre todo para los más pequeños y los ancianos. Algo similar ocurre a la hora de ingerir los jarabes y otros medicamentos. Pero con las nuevas recetas farmacéuticas «pretendemos que la hora de la medicación no se convierta en un calvario.

Arrancó su proyecto más personal a principio de este año sin marcarse un límite. Admite que de momento utiliza las instalaciones de otras empresas o universidades para realizar análisis y experimentos, pero sueña con tener que algún día que desempeñar una tarea que le obligue a comprar equipos de laboratorio para hacerlos desde las suyas propias. El inicio «no ha podido despegar mejor» y entre sus retos principales para 2023 se encuentra el de contratar personal en el caso de que el trabajo siga en la misma línea,  ampliar la cartera de clientes y disponer de su propio laboratorio, cerca de su familia, cerca de su querida Briviesca.