Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


Monzón electoral

12/01/2023

Como otras zonas del planeta tienen sus épocas del Monzón, de tsunamis, de nevadas o de otros acontecimientos atmosféricos, en España también tenemos un fenómeno que bloquea completamente nuestras vidas: la aparición espontánea de obras municipales seis meses antes de que se celebren las elecciones. Todo sea llegar a tiempo para cortar alguna que otra cinta de inauguración antes de que se abran las urnas. 

Es probable que en este comienzo de año tengan que lidiar con un maletero lleno de regalos que devolver, un bolso del trabajo incomprensiblemente más pesado que en 2022 y el reasfaltado sorpresa de su calle.

Todas las desgracias llegan juntas: las niñas se ponen malas cuando tu marido está fuera del país; se junta un funeral imprevisto con que no nos entra nada por tanto roscón, turrón y demás surtido de dulces; o te roban las cuatro ruedas del coche en un párking. Astros que se alinean para hacer que la agenda que le acaban de regalar esté ya emborronada por tantos cambios. 

La liturgia anual de volver a la vida corriente coincide con la presentación de candidatos y de nuevas-viejas caras como Borja Sémper. Comienza el baile de declaraciones, insultos vedados y llamadas a casa para contar un programa que no se cumplirá. Un sábado a las 16:00 te levantas del sofá porque han llamado al timbre y ¡sorpresa! tu candidato más cercano te da la mano con su cercana sonrisa.

Siempre me consuela saber que después de este ciclo electoral habremos ganado esas imágenes de políticos ordeñando vacas vestido de coronel Tapiocca o abrazando niños en algún mercado de abastos. No puede faltar la pieza de esa monja votando el 28 de mayo. 

Es lo que tienen los ciclos de la naturaleza (también política): una repetición constante en la que continuamos asombrándonos por la misma niebla que todos los eneros o por el cambio de adoquines municipal cada cuatro años.