Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Navidad: la corriente que nos lleva

18/12/2022

Desde hace ya bastantes años la llegada de la Navidad me sumerge en la misma sensación extraña. Es el tiempo de la felicidad de postal, obligada y por decreto; de las inacabables cenas (también por decreto) con compañeros, amigos y familia; de la avalancha de mensajes de buenos deseos de copia y pega, que lo mismo valen para tu vecino del quinto que para la tía de Cuenca. De regalos a los nuestros, aunque nos estresen (tanto el gasto como el qué regalar). Y entonces toca elegir entre dejarse arrastrar por la corriente o cumplir con el anunciado y nunca cumplido aviso de ¡este año me planto!

Pero luego llegan las luces de navidad, las sonrisas por doquier, el irresistible señuelo de escaparates, mesas llenas y dulces por compartir y todos sabemos quién volverá a ganar: la corriente que nos lleva. Que la resaca y la cuesta de enero aún quedan lejos.

Cada vez más personas contemplan la temporada navideña como viven su relación con las redes sociales. Se sumergen dentro, viven algunos ratos de subidón dejándose seducir aunque saben que todo terminará con un regusto de hastío, entre la reseca y el empacho, por no encontrar sentido a tanta rutina y tanto exceso clonados año tras año. 

También a nuestros guardianes y espejos de Twitter, Instagram o Facebook les regalamos nuestro tiempo y atenciones pensando que nos dan mucho más de lo que nos piden. Nos meten en una vida abigarrada, marcada por un dinamismo que nos genera la sensación de que hacemos y participamos en muchas cosas, de que nos enteramos de todo y accedemos a casi todo solo con un click.

Cuando ejercemos el derecho de fuga, ese que aparece en tantos mensajes de Protección de Datos (y que nunca leemos) y aplicamos en las redes el equivalente a ese amago navideño del ¡esta vez me planto! ¿qué queda detrás? Casi siempre la misma sensación de resaca y hastío. De bastantes frustraciones prolongadas y escasas y efímeras recompensas. De una sociedad tan hiperconectada por 'wifi', pero sin 'alambres sociales' que cualquier día nos pondrán un Ministerio de la Soledad como el de los británicos. Y estará gestionado por Meta.