Del perfume al café y el vino

B.A.
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Marta Delgado asume la gestión de la cantina de Padilla de Abajo tras dos décadas dedicada a la cosmética. ¿Por qué no? se preguntó cuando vio el anuncio en Facebook... y se lanzó

Marta no había servido un vino en su vida, pero está ilusionada con ofrecer el servicio a los vecinos y tiene muchos proyectos para la cantina. - Foto: Jesús J. Matí­as

M arta Delgado no había hecho un café ni servido un vino en su vida. No sabía mucho de proveedores ni tampoco de cómo desenvolverse en la barra de un bar. Sus conocimientos eran de perfumes y cosmética, sector al que se ha dedicado más de 20 años, es decir, toda su vida activa. Lo que le sobra, en cambio, es saber tratar con los clientes, ser la cara amable y sonriente detrás del mostrador, y sobre todo, le sobra ilusión, la que le ha llevado a tomar las riendas de la cantina de Padilla de Abajo y cambiar de registro en busca de un futuro laboral estable después de un año y medio buscando empleo.

«¿Por qué no?». Esa es la pregunta que se hizo esta mujer de 43 años, madre de dos hijos de 17 y 15, cuando vio en Facebook el anuncio del alquiler del centro social de este pueblo situado en la comarca Odra-Pisuerga. «Nadie iba a tocar a la puerta de mi casa para darme un sueldo cada mes. Así que  pregunté, me informé, y decidí dar el paso», comenta Marta, con casa en Villaveta, una localidad próxima, lo que también la animó a emprender en hostelería en Padilla, ya que conocía la zona y las posibilidades del negocio. «En mi entorno, al principio se sorprendieron, pero me han animado mucho, saben que soy una mujer luchadora que puede sacar este negocio adelante», confiesa. 

De sus primeros días al frente de este local, Marta destaca la amabilidad de sus clientes. «La gente del pueblo es maravillosa, estamos teniendo una buena acogida», reconoce esta emprendedora. Como ejemplo, el Belén que adorna el bar se lo hizo un vecino a los pocos días de abrir.

Y es que Padilla se ha volcado por volver a ver esas puertas abiertas y el mostrador atendido. Y el primero, el Ayuntamiento, que estableció un alquiler de unos 10 euros al año, se hace cargo de los gastos de luz y calefacción y ha mejorado la zona que de terraza exterior y la cocina para dar un mejor servicio a los clientes.  

Entre las obsesiones de Marta, si se pueden calificar así, es que a sus clientes no les falte nada. «Tengo que ir conociendo sus gustos, ofrecerles lo que desean, no quiero que me pidan cosas y no tenerlas», dice en relación a la a veces complicada labor de comprar género y darle salida. Lo que también pretende es disponer de una carta de perritos calientes, pizzas o hamburguesas para atraer al público joven, y también se plantea elaborar raciones para llevar. «Los fines de semana hago algún pincho para el vermú, y a diario, pulgas. Siempre va a haber algo en la cocina para comer o cenar, aunque sea un bocadillo, pero es un servicio que quiero dar, y ya he preparado también algún almuerzo». Marta dice que está en pleno 'rodaje' entre pedidos, puesta en marcha del cañero y el papeleo. En todo caso, mira al futuro con optimismo y, sobre todo, con muchas ganas, «se que el invierno es una época dura, cuando menos gente hay, pero ya estoy pensando en primavera y verano, en ver esa terraza llena de gente», confiesa sonriendo esta mujer que cree que con ilusión se puede vivir en el medio rural