Entre el paro, el rezo y Netflix

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Adiós al poblado del Encuentro| Con la destrucción, el pasado 6 de julio, de tres de las 25 casas que forman este gueto de familias gitanas ha comenzado su desaparición. Recordamos aquí cómo se formó y quiénes lo habitan

Eloy Hernández, de 17 años, y Noemí Rubio, de 19, son una pareja mixta: Ella es paya pero, dice, se encuentra totalmente integrada en El Encuentro. - Foto: Luis López Araico

Rafael Dual Ramírez, de 20 años, va vestido con una camiseta del Barça, lleva un aro en cada oreja y está muy tatuado, hasta en la cara. Su madre, Fátima Ramírez, dice de él que siempre ha sido «un gitano moderno» y el joven asiente. «Yo tengo muchas ganas de irme de aquí, me gustaría encontrar un trabajo, sacarme el carnet... y vivir un poco», afirma ante la atenta mirada de su familia, de quien, de momento, no se ha independizado. No tiene novia y tampoco ninguna intención de vivir en pareja y sus amigos son de fuera del 'barrio'. «Se pasa todo el día en Burgos», comenta su padre, Antonio Dual Hernández, más conocido como Jabato, a quien tampoco le parece mal que la cuadrilla esté al margen de El Encuentro, donde al chaval le conocen como Jeremy, por esa curiosa costumbre que tiene este colectivo de cambiar muchos nombres de pila por motes cariñosos o, directamente, por nombres diferentes al de cada quién. 

Yo tengo muchas ganas de irme de aquí, me gustaría encontrar un trabajo, sacarme el carnet... y vivir un poco»

Jeremy sueña con colocarse en la hostelería o como carretillero y mientras tanto se dedica al deporte, jugando al fútbol y boxeando, un plan de ocio alternativo que es visto con muy buenos ojos tanto por sus mayores como los responsables del programa de desarrollo comunitario que realiza Promoción Gitana. María José Lastra, la trabajadora social, indica que inculcar en los jóvenes del poblado el interés por el estudio y el trabajo es uno de los objetivos prioritarios, que con este chaval se cumple. 

También con Eloy Hernández, que tiene 17, y este verano le está dando duro a los apuntes para intentar recuperar las asignaturas que le han quedado del grado de Fabricación Industrialque está estudiando. Con esa corta edad ya está ennoviadísimo con una chica paya, Noemí Rubio, de 19, que estudia el grado medio de Farmacia en el colegio María Madre y tiene carnet de conducir y un coche con el que ambos van y vienen. Aunque se puede decir que ya forman una pequeña familia, no está entre sus planes aún un embarazo porque antes quieren encontrar trabajo y una estabilidad que les permita vivir bien.

Se conocieron en el instituto y la integración ha sido impecable. No se ha encontrado con ningún tipo de prejuicio por ser paya, asegura Noemí, que disfruta mucho del concepto de familia que tienen los gitanos. «Me gusta que aquí sales a la calle y te encuentras con tu gente», afirma, mientras Eloy la mira con cariño: «No la cambio por ninguna gitana». 

Los planes que hacen también se pueden considerar saludables. En el momento de esta entrevista se iban a mitigar la ola de calor a las piscinas municipales y habitualmente prefieren ver una serie o una película en casa antes que salir de fiesta: «No es algo que nos guste», manifiestan a la vez.

Promoción Gitana hace un gran esfuerzo para evitar el absentismo escolar entre la población de El Encuentro y junto con la Dirección Provincial de Educación, el Ayuntamiento y otros actores trabaja para evitar la creación de guetos escolares con un programa de dispersión educativa por el que las niñas y los niños van a diferentes colegios de la ciudad tanto en la educación infantil como en la primaria y la secundaria, aunque a este nivel no lleguen tantos como a María José Lastra le gustaría: «El paso de Primaria a Secundaria es muy complicado ya que la ESO no suele ser el camino adecuado para estos menores pues el funcionamiento de un aula normalizada no se adapta a sus necesidades y les genera un sentimiento de desubicación académica y social». 

Para que los más pequeños se mantengan en la escuela, Promoción Gitana trabaja mucho con las familias y de lunes a jueves les impulsa a realizar los deberes y les ofrece las clases de apoyo escolar que se imparten en el local social del 'barrio'. Organiza, además, actividades de educación no formal, de ocio y tiempo libre, que han de enfrentarse con la afición que tienen a las tecnologías de la información, como el resto de su generación, los niños y adolescentes de El Encuentro, un aspecto con el que María José Lastra es muy crítica: «La del uso y el abuso de las redes sociales es una cuestión que nos preocupa y sobre la que hablamos mucho con las familias».

Pero es que son hijos de su tiempo y su diversión pasa, también, por ver de Netflix. Adonai Hernández Dual, de 20 años, y Shakira Hernández Larralde, de 18, llevan tres casados y tienen un niño de 9 meses que se llama como su padre pero acabado en i griega. Viven en una casa prefabricada que tienen limpia como los chorros del oro, ninguno de los dos tiene un empleo, aunque les gustaría, viven de una ayuda social y están como locos por salir de El Encuentro, sobre todo para evitarle a su pequeño los riesgos que supone vivir entre humedades y como muchos cables por todas las calles.

«Los dos estamos en búsqueda activa de empleo y hacemos todos los cursillos que salen», apunta Shakira, que explica que ambos son responsables, puntuales y madrugadores, que comparten las tareas de la casa y la crianza, que responderían en cualquier trabajo y que no tienen ninguna intención, de momento, de aumentar la familia. Puestos a soñar, a ella le gustaría emplearse en una peluquería o en un salón de estética, y a él, ser mecánico. Para su niño quieren una educación completa que le permita mejorar la situación en la que ellos están ahora a mismo. Y en cuanto al tiempo libre les gusta mucho pasear fuera del barrio y ponerse series. Ahora mismo, la pareja está viendo La reina del flow.

Así que estos jóvenes surfean entre las tradiciones gitanas (los casamientos y las maternidades se siguen produciendo demasiado pronto con respecto a los estándares de la población general y el influjo del culto sobre muchos aspectos de su vida es aún poderoso), los estímulos que les llegan por las redes sociales y por la ficción, y un presente bastante desalentador, sin empleo y con el único recurso de las ayudas sociales.