Las nacionales no desdobladas se cobran 32 vidas en 10 años

I. ELICES
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Los alcaldes de los pueblos de la N-120, la N-627 y la N-122 exigen impulsar las autovías para reducir víctimas de tráfico

En 2014 un vecino de Castildelgado falleció en accidente en Redecilla del Camino. - Foto: Jesús Alcalde de Hoyos

Desde que en diciembre de 2018 se levantaron los peajes de la AP-1 y la mayor parte del tráfico de la nacional se trasladó a la doble vía, la siniestralidad en la N-I cayó en picado, al punto de que en los tres últimos años no ha habido que lamentar ningún fallecido. Desde esa fecha una sana envidia empezó a sobrevolar por los pueblos del resto de carreteras convencionales que ya deberían estar desdobladas en autovías y aún no lo están. Son la N-627, la N-120 y la N-122, que en la última década se han cobrado 32 víctimas mortales y 117 heridos de gravedad, según los datos que aportó la Subdelegación de Gobierno.

Resulta lógico, por tanto, que los alcaldes de los pueblos que flanquean estas vías de comunicación  pongan el grito en el cielo por el retraso en la ejecución de las infraestructuras viarias que han de sustituir a las viejas carreteras. Desde el 'tijeretazo' de 2010 derivado de la crisis financiera su tramitación administrativa y su construcción han avanzado a paso de tortuga. Y lo que queda todavía, porque entre las tres autovías suman 146 kilómetros aún sin ejecutar, un mundo.

La protección y la seguridad de sus vecinos es la máxima preocupación de los regidores municipales de nuestra provincia. De ahí que los afectados por la demora de estas autovías urjan su ejecución. El alcalde de Belorado, Álvaro Eguíluz, alude al «doble peligro» de la N-120 para los habitantes de la villa. Por un lado, para los peatones, que «se ven obligados a extremar las precauciones»  para evitar atropellos «en una travesía en la que pocos vehículos respetan los 50 kilómetros hora», entre otras cosas porque «el radar fijo está lejos, al lado de la gasolinera». Le consta, además, que padres y profesores del instituto «están preocupados» por la integridad de sus hijos, «pues en los recreos atraviesan con frecuencia la nacional para comprar el almuerzo en bares y tiendas del otro lado de la carretera». Por otro lado, los beliforanos que tienen que desplazarse por trabajo o para hacer trámites administrativos «se juegan la vida» en una vía «con demasiado tráfico pesado». Hasta tal punto les da miedo que «muchos ya prefieren hacer sus compras en Logroño -debido a que casi todo es autovía- antes que en la capital burgalesa».

(Más información y testimonios, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)