La hostería urge cubrir puestos de trabajo para mantener su funcionamiento en temporada alta; la industria, el transporte, la construcción, los instaladores eléctricos y de telecomunicaciones o los despachos profesionales también. Faltan especialistas en casi todos los sectores, los salarios tampoco son atractivos y los horarios, cada vez menos. Algunos empresarios argumentan que los jóvenes ya no quieren trabajar, que prefieren vivir al mínimo, pero el problema real en Burgos es que empieza a no haber jóvenes suficientes para cubrir las ofertas de trabajo disponibles y para atender a la renovación natural de las plantillas. El problema laboral es, en el fondo, un problema demográfico y sigue agravándose.
En los últimos 20 años, la provincia ha perdido más de 34.000 potenciales trabajadores con edades comprendidas entre los 20 y los 39 años. Los polígonos de Villalonquéjar y Burgos Este dan empleo a más de 30.000 personas en sus cerca de 1.700 empresas, lo que visualiza la magnitud del daño demográfico al que se está enfrentando la provincia.
Es el efecto de la drástica caída de la natalidad, que se nota en los paritorios, en las aulas y, con los años, va calando en toda la cadena vital de la provincia, incluyendo su economía productiva. No hay niños, no hay jóvenes, no hay trabajadores, así de simple.
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