A estas alturas del mes, es probable que nuestros nuevos y buenos propósitos de inicio de año se hayan desinflado algo. Pretendíamos dejar de fumar, aprender otro idioma, hacer más ejercicio, ser más solidarios, ayudar a los demás… 

Si estas dos últimas cosas eran nuestras metas y no hemos sabido bien cómo encauzarlas (hay tantos frentes abiertos, tantos sitios donde ayudar, tantas oenegés… y nuestra economía no da para tanto), voy a proponer una acción solidaria que cumple todos los requisitos que se le pueden pedir: es gratuita, das a la vez que recibes, es un compromiso (pero no una obligación), ayudas a los demás de forma anónima y, además, salvas vidas. Completita, ¿no?

¿Y dónde? Pues aquí mismo, en el Hospital de los Santos Reyes. 

Se trata de hacerse donante de sangre.

En los últimos tiempos las alertas saltan cada poco tiempo, los bancos se van vaciando y los avisos a los donantes habituales se suceden de la forma más rápida posible. Y es que cada vez hay menos donantes.

La Ribera, con Aranda y Roa a la cabeza, siempre  ha contado con Hermandades de Donantes muy activas y generosas. Pero, en los últimos tiempos, las donaciones han caído. ¿Aprensión a las agujas? Si casi ni se nota. ¿Que nos vienen mal las fechas? Hay cuatro cada mes: sábados y domingos por la mañana y jueves por las tardes. ¿Que no sé cómo hacerlo? Si pesas más de 50 kilos, tienes más de 18 años y gozas de buena salud, podrás donar. Las mujeres, tres veces al año; los hombres, cuatro. 

Antes de la donación, después de haber desayunado y comido bien, un médico evaluará tu estado de salud y te considerará apto (o no) para donar. Después de donar, te darán líquidos y algo de comer para reponer energía. Total: media hora de tu tiempo. Y, al cabo de un mes, te llega la información de los análisis que le han hecho a tu sangre.

Das tu sangre, sí. Y, siempre que haya en los bancos, podrás recibir la de otros. En principio lo haces por los demás. Pero, si lo piensas un poco, lo haces por ti mismo.