Supervivientes mantiene a miles de personas pegadas a la televisión. Destripan a los concursantes, hacen sus quinielas, se ríen con sus torpezas, lloran con sus desgracias... Detrás de lo que se ve, de esas pruebas, de esos personajes, hay otros participantes, que se mantienen invisibles a los telespectadores, que viven sin la presión de las nominaciones, pero que trabajan contrarreloj para que el espectáculo se mantenga arriba. Un equipo de más de 100 personas, algunas fijas durante las 21 ediciones del programa, consigue que la maquinaria funcione casi de manera automática. Entre ellas se encuentran los artistas plásticos burgaleses Rachel Merino y Diego Alonso.

«Está siendo una experiencia muy intensa, pero estamos aprendiendo un montón», resume Merino un viernes por la tarde, día de descanso tras la emisión de los directos de la noche de los jueves.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)