Si éramos pocos... llegó la falta de cubitos de hielo a nivel nacional en un verano marcado por las continuas olas de calor. Detrás de esta situación se esconden varios factores. Principalmente, que las grandes productoras no han acumulado tanta cantidad de género por los elevados costes de almacenamiento debido a la brutal subida de la energía y el plástico, que encadenan ascensos de un 300 y un 100%, respectivamente. En Aranda de Duero, la empresa Cubitos Duero ha visto cómo la demanda de hielo se disparaba entre un 45 y un 50% sólo en el mes de julio.

De momento, su responsable de administración y calidad, Encarna Benito, detalla que están cubriendo todos los encargos que reciben gracias a una producción diaria que ronda las 78 toneladas de lunes a domingo. "En verano la producción es siempre la misma, trabajando las 24 horas", puntualiza.

En su caso, almacenó hielo en función de sus previsiones e histórico de ventas. Sin embargo, con una demanda tan elevada "todo ha saltado por los aires" de manera que "lo que tenía almacenado para pasar todo el mes de agosto, podría acabarse en esta semana". A partir de la siguiente, continúa Benito, "estaré solamente con la producción". En cualquier caso, la responsable de administración de Cubitos Duero envía un mensaje de tranquilidad, ya que de sus instalaciones salen diariamente dos camiones tráiler repletos de bolsas de hielo. "Por ahora repartimos a todos los que nos lo piden, quizá la próxima semana haya que cambiar", subraya. Eso sí, deja claro que "mis clientes son lo primero". Y más en unas semanas marcadas por las incontables fiestas en prácticamente todos los pueblos.

"Inversión enorme". Cubitos Duero, una empresa familiar con 15 trabajadores que nació en 1993, distribuye hielo por toda Castilla y León y la sierra norte de Madrid. Su responsable de administración defiende que la elaboración de este producto requiere "una inversión enorme" a nivel de fabricación y envasado y espera que circunstancias como las actuales sirvan "para que la gente valore lo que cuesta hacer una bolsa de hielo".

A su juicio, el problema radica en que se trata de un producto que hay que almacenar "sí o sí" porque si no "las producciones no dan para cubrir la demanda que hay en verano. Se almacena en invierno para poder tener abastecimiento en verano y eso tiene un coste adicional". Pero las grandes productoras no lo han hecho para mantener el precio, lo que ha provocado una rotura de stock que "nos ha arrastrado a pequeños y medianos". Todo ello, unido a las continuas olas de calor, hacen del panorama actual "una bomba de relojería".