La obra en los Jardines de don Diego deberá sortear 27 bodegas

L.N.
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En total, esta red de galerías en Aranda suma 1.240 metros. Algunas cuentan con un notable valor etnográfico

Las raíces de los árboles han levantado el pavimento, lo que ha provocado numerosos abultamientos en la zona. - Foto: Valdivielso

A la espera de adjudicar la renovación integral de los Jardines de don Diego, la empresa que resulte elegida deberá tener en cuenta que, al ubicarse esta zona en pleno corazón de Aranda de Duero, el impacto sobre las bodegas existentes tendrá que ser «mínimo», como se establece en el pliego técnico. De acuerdo con Plan Especial de Protección de Bodegas Tradicionales, solo en el ámbito de estas obras, que el Ayuntamiento licitó por 2,9 millones de euros, se localizan al menos 27, que suman alrededor de 1.244 metros cuadrados.  

De hecho, las seis empresas que han presentado ofertas para hacerse con la remodelación de los Jardines de don Diego tuvieron que aportar un estudio global de ejecución de los trabajos que incluyera una parte relativa al impacto sobre este patrimonio, además de mejorar las condiciones de respiraderos y zarceras. Ya en el proyecto técnico se advirtió que la existencia de bodegas y zarceras «podría resultar un problema», sobre todo, en el momento de ubicar los contenedores soterrados. En principio, una fila irá en superficie en la calle Miranda do Douro y las otras dos se 'enterrarán' en la propia plaza de los Jardines de don Diego. 

En la actualidad, el estado de conservación de las galerías subterráneas que se ubican en esta zona varía mucho. En algunos casos es bueno; en otros, deficiente, y en otros tantos no se ha podido determinar. En lo que respecta a su uso,  también depende. Según el citado catálogo de bodegas tradicionales,  las hay que se emplean como espacios de ocio, donde basta una mesa y un par de bancos para congregar a un grupo de amigos y familiares y cuya gestión puede ser a través de particulares o peñas. Otras, fruto de la concienciación y valoración de este patrimonio cultural, acogen iniciativas públicas y privadas que permiten su visita, mientras que algunas perdieron hace tiempo todo tipo de uso. 

Desprendimientos. Sea como fuere, a una parte considerable de bodegas se les atribuye un valor etnográfico alto o notable, ya sea por incluir «interesantes escaleras de caracol de acceso al cañón», pilares de sillería, bóvedas, arcos de piedra o sumideros en arcos de medio punto en sus naves. En el caso de la Bodega Frailes del Corazón de María se ha encontrado una inscripción donde se lee 'año 1786'. 

Ahora bien, otras tantas presentan desprendimientos y problemas de humedad. En el caso de la Bodega del Tejadillo se recoge que con el arreglo de la plaza de la Constitución «se han producido derrumbamientos en alguna zona», que se han intentado solucionar con refuerzos en techo y paredes, y que la presencia de humedad ha aumentado en los últimos años. En la Bodega de Reviejo se hundió una parte en la zona de la gasolinera. También Las Calzadas y La Tía Felipa tienen problemas de desprendimientos. Mientras, en El Esquilador no hay posibilidad de acceso.