Sucede algo muy llamativo con los yacimientos paleoantropológicos de la Sierra de Atapuerca y todo el sistema generado a su alrededor. Sucede que no tiene competencia. No existe un proyecto científico y divulgativo que pueda siquiera hacer sombra a la historia de la Evolución Humana que se ha podido ensamblar, fotograma a fotograma, gracias a la continuidad cronológica de los fósiles extirpados a un conjunto de yacimientos cuyo potencial es todavía ignoto. Sucede que en cualquier otra coordenada del mundo, acaso de España, el Sistema Atapuerca sería mimado, nutrido, potenciado, amplificado y reconocido como lo que es. Y sucede que planea sobre Atapuerca y todo lo que significa una sombra de indolencia que debería encender las alarmas en la Junta de Castilla y León, que es la administración al mando de un enclave Patrimonio de la Humanidad que todavía no ha logrado atraer la atención de las más altas instancias del ejecutivo regional en los últimos años. Como prueba, la ausencia de una Gerencia o la decapitación del MEH ejecutada por el fracasado bipartito que pretendió gobernar la comunidad autónoma en la anterior legislatura, todo con el correspondiente tufo político.

No ver dentro lo que ven fuera es un ejercicio de miopía no exento de ignorancia e intención"

Pero Atapuerca no ha trascendido más de un millón de años para quedarse en las puertas de un gobierno. La prueba es la visita que el Príncipe Alberto de Mónaco giró ayer tanto por los yacimientos como por el Museo de la Evolución Humana (MEH) y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), todas dotaciones científicas y culturales únicas en el mundo. Sí, en el mundo. Esa es la fuerza del proyecto detonado por el recordado Emiliano Aguirre, ensamblado a través de la Fundación Atapuerca y dirigido por los codirectores que han sabido sincronizar la labor científica con un relato de impacto global. 
La atención de Alberto de Mónaco será también la de multitud de medios y audiencias que pondrán su atención sobre Atapuerca y todo su significado, sobre Burgos y sus muchos atractivos y, por extensión, sobre Castilla y León y España. No ver dentro lo que ven fuera es un ejercicio de miopía no exento de ignorancia e intención. Atapuerca es un tesoro que se descubrió para ser expuesto. Eso requiere financiación, apoyo y, sobre todo, reconocimiento. Gracias a que eso existió, Atapuerca se hizo global. Pandemias, coaliciones y recelos provincianos no pueden arruinar el trabajo hecho desde la iniciativa privada (sí, privada) y pública durante tanto tiempo. Va siendo hora de establecer prioridades. Y también de sacar la máscara a quienes, por acción u omisión, menosprecian aquello por lo que otros darían media vida.