Hermes/Mercurio en la Catedral

JUANJO CALZADA
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Hijo de Zeus y Maya, es un dios psicopompo que se encarga de poner en contacto a los difuntos con el Mas Allá

Sillería: Hermes psicopompo. - Foto: Alberto Rodrigo

Hermes, hijo de Zeus y Maya, es el mensajero de los dioses y, en consecuencia, dios de la comunicación en todos los sentidos: dios de los caminos, del comercio, de los oradores y de la música, un medio de comunicación a través del cual durmió al monstruo Argos, para después matarlo. Es un dios psicopompo que se encarga de poner en contacto a los difuntos con el Mas Allá.

Los atributos que presenta su iconografía son el pétaso, sombrero con alas, y las botas con alas, para darnos a entender la celeridad con la que transmite los mensajes. Es también portador del caduceo, en relación con el bastón de pastor que Apolo le regaló a cambio de la lira, de la que es inventor, en el que se entrelazan dos serpientes que aluden a su función psicopompa, tal y como explicaré después, y como símbolo de paz, pues dice el mito que con la vara o caduceo logró que terminaran con sus disputas.

1. Los hermes o términos
Partimos de las ‘hermai’ de la Antigua Grecia, unas pequeñas estelas cuadrangulares rematadas por la cabeza de Hermes/Mercurio. En Roma se van a asociar al dios Terminus, en cuyo honor se celebraban en febrero las fiestas de las Terminalia. La tradición atribuye al legendario rey Numa la costumbre de colocar mojones o límites para determinar la propiedad. Según la leyenda el rey etrusco Tarquinio el Soberbio acometió el proyecto de levantar el templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio, pero dado que la colina estaba plagada de altares a otras divinidades, en medio del proceso de desacralización que hubo que hacer, el dios Terminus se negó a irse, razón por la cual su templete o ‘sacellum’ se conservó en el interior del templo de Júpiter.

Sepulcro de Juan Ortega de Velasco.Sepulcro de Juan Ortega de Velasco. - Foto: Alberto Rodrigo

Las ‘hermai’ o términos delimitaban los campos y señalaban las encrucijadas de los caminos, con función apotropaica de protección de caminantes y también de cosechas. Si en un principio se trataba de simples montones de piedras, se terminan asociando a Hermes, sustituyéndose esta especie de rústicos altares por pilares coronados con la cabeza de este dios o de Dionisios/Baco. En estos podían tallarse elementos alusivos a la fertilidad, como falos o el propio caduceo de Hermes.

Los términos, pues, marcan los límites de los campos y de las ciudades y están presentes en las encrucijadas de caminos, siendo símbolos de firmeza y resistencia contra lo que nada se puede hacer.

l Cimborrio de la catedral
Estos soportes antropomorfos que surgen a partir de Hermes terminan derivando en columnas rematadas por figuras de hombres o mujeres con diferentes diseños y distintas edades, pues el manierismo, estilo del siglo XVI en el que van a triunfar, se caracteriza por la contraposición entre opuestos. Estos no son nombrados en los Diez Libros de Arquitectura por el tratadista romano Vitruvio, en donde sí se habla de atlantes o telamones y de cariátides, siendo su gran difusor Sebastiano Serlio con la publicación de Los siete libros de arquitectura en el siglo XVI.

Cimborrio: Términos. Cimborrio: Términos. - Foto: Alberto Rodrigo

En Burgos será muy utilizado por Juan de Vallejo, posiblemente influido por Esteban Jamete, durante su breve estancia en Burgos, que ya les había usado en las Casas capitulares de Sevilla. Vallejo nos les deja en los chapiteles que coronan el cimborrio como símbolo de fortaleza y firmeza humana que hace posible la ejecución de grandes empresas, tales como la construcción de este nuevo cimborrio. 

l Sepulcro de Juan Ortega de Velasco
Juan de Vallejo es el autor del sepulcro de Juan Ortega de Velasco, abad de San Quirce, en la capilla de Santiago, hoy convertida en museo catedralicio.

Los escudos, la inscripción y la figura yacente identifican al difunto. La imagen del Bautismo de Cristo indica el comienzo de su pasión redentora que culmina en la parte superior del sepulcro con la representación del Calvario. De la misma forma que vemos cómo María sube a los cielos para ser recibida por la figura del Padre, que aparece dentro de un medallón, el difunto también aspira a ello.

Juan de Vallejo, por otra parte, coloca en el sepulcro las imágenes de los hermes, uno joven y otro barbado, más anciano. Aquí los términos marcan un territorio, concretamente la tumba del difunto, con función apotropaica o protectora.

César García, al margen de lo que acabo de comentar, da otro sentido a la presencia de estos soportes, en relación con las teorías neoplatónicas. Los hermes o términos señalan el final de esta vida, es decir, la llegada de la muerte, que va a significar la liberación del alma, que hasta entonces ha estado esclavizada por el cuerpo. El término muestra en su parte superior, es decir la antropomorfa, el alma, indisoluble, unida a la parte inferior, inmóvil y geométrica, que representa el cuerpo.

Completemos la lista con los hermes que el propio Vallejo usó en la entrada del claustro del convento de San Pablo y, aquí mismo, los de la capilla de las Vírgenes, todo ello hoy en día en el Museo de Burgos. Asimismo los dejó en la iglesia de San Gil, en la capilla de los Encinas.

2.- Hermes psicopompo
Si nos fijamos en el Libro de los Muertos del Antiguo Egipto, Anubis, el dios con la cabeza de chacal, hace la función psicopompa de guiar las almas de los difuntos hasta la sala de Maat, en donde vendrá el juicio por sus actos en esta vida en la balanza, controlada por él mismo. Esta doble función, la de psicopompo y la del pesaje en la balanza, será asumida en la Antigüedad Clásica por Hermes.

Como psicopompo Hermes recibe al difunto de manos de Hipnos (Sueño) y Tánatos (Muerte), llevándoselo a Caronte quien, a través de la laguna Estigia, lo terminará llevando al mundo de los muertos gobernado por Hades/Plutón.

l Sillería de la catedral
En la sillería tenemos una taracea que, en opinión de Isabel Mateo, representa el momento en que Hermes roba los ganados de Admito a su hermano Apolo, argumentando que, aunque fue algo que ocurrió nada más nacer Hermes, el arte suele representarlo en esta acción cuando ya es adulto. Sin embargo, lo que la insigne historiadora ve en la taracea como la pata de un animal sobre el asno es en realidad una persona, aparte de que el personaje que está por detrás parece Hades.

Hermes, claramente identificable por el sombrero de alas o pétaso, lleva en su mano izquierda el bastón, prefiguración del caduceo, que Apolo le regaló a cambio de la lira, y con la derecha dirige el asno que porta al difunto. Por detrás aparece Hades, a juzgar por el casco que los Cíclopes le regalaron y por el posible tenedor que lleva en su mano derecha.

Fuentes: Luciana Muller en El ornamento icónico y la arquitectura 1400-1600. María José Redondo Cantera en El sepulcro en España en el siglo XVI. René Jesús Payo y José Matesanz en El cimborrio de la catedral de Burgos. Néstor Marqués en Un año en la Antigua Roma: la vida cotidiana de los romanos a través de su calendario. César García Álvarez en Iconografía fantástica y simbolismo en el Renacimiento. María Amparo Arroyo de la Fuente en Iconografía de Hermes en el arte clásico.