El engaño del amor

Carmen Naranjo (EFE)
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Las aplicaciones de citas son la guarida perfecta para los estafadores, a los que se puede desenmascarar interpretando su sutil lenguaje

El engaño del amor - Foto: Foto de Artem Podrez. www.pexels.com

«Me estoy quedando sin saldo y no voy a poder hablar con mi amor esta noche». Esta puede ser una frase romántica pero, en realidad, esconde a un estafador del amor, delincuentes profesionales del engaño que dominan el arte de la palabra y cuyos trucos lingüísticos desenmascara la forense del lenguaje Sheila Queralt.

Muchos delincuentes aprovechan el éxito de las aplicaciones de citas para encontrar a sus víctimas, unas comunicaciones que analiza Queralt, que ejerce como perito judicial en Lingüística Forense y que es una de las pocas especialistas en el mundo en el análisis de anónimos, en su libro Estafas amorosas (Larousse). Y lo hace a partir de los cuatro casos de los estafadores de amor en serie más famosos de España (Francisco G. Manzanares, Rodrigo Nogueira, Akbert Cavallé y Carmelo Hernando Matute) analizando sus mensajes que muestran, asegura, que no solo roban la cartera y rompen el corazón: «se engaña, se roba y se humilla».

Los cuatro tienen cosas en común: usaron identidades falsas a lo largo de los años diseñadas para adaptarse a cada una de sus víctimas, han estado activos durante más de cinco años, prefieren timar a mujeres, todos lograron grandes cantidades de dinero mediante sus estratagemas (entre 60.000 y 3.000.000 euros), las demandas presentadas en su contra incluyen fraude, amenazas, acoso, abuso y violencia de género y, por último, todos han sido condenados al menos una vez por alguno de estos cargos.

En el libro se analizan sus conversaciones para conocer sus «armas lingüísticas», cómo seducen a sus víctimas, cómo las manipulan y cómo las controlan. Porque ellos dominan «el arte de la palabra casi a la perfección. Se valen de ella para construir estrategias lingüísticas de persuasión, manipulación, convicción y amenaza», explica.

La autora desvela el modus operandi de estos individuos para llevar a cabo su fraude sentimental y económico: la seducción inicial, el engaño, el conflicto y la huida, y explica sus métodos «para romper con la idea de que ellas son culpables por ser tan ingenuas».

Un engaño por fases

En la primera fase de la estafa, la de la captación, se produce la seducción, el delincuente localiza a su víctima en las redes sociales, se informa sobre ella y luego la contacta haciéndose pasar por un hombre encantador y fiable, con mensajes que parecen casuales sobre pasatiempos o preferencias similares a los de su presa. 

En esta etapa, en sus mensajes aparecen repetidamente palabras como «confianza», «verdad», «honestidad» que son patrones «del habla de un mentiroso», sostiene Queralt. También trabajan la adulación y se presentan como similares a sus víctimas: «Qué fuerte que también te guste, y yo que pensaba que era un poco rarito por eso... bueno, ahora ya podemos ser raritos juntos, mi amor».

La autora insiste en que el fraude de estos estafadores no consiste solo en un mensaje, una llamada o un correo en el que piden dinero, sino que se trata de un proceso largo en el que la víctima ha sido manipulada emocionalmente, y tiene las alertas por completo desactivadas.

En el momento del engaño económico al estafador le surge un contratiempo no del todo imprevisto sobre el que preparado la situación: «He tenido que llamar a la grúa y no sé cómo voy a llegar a la entrevista. No llevo ni un céntimo encima». E intentan sutilmente que la víctima no lo cuente: «Me da vergüenza que me hayas tenido que volver a ayudar. ¿Qué pensarán de mí tus amigas?».

Esta timidez y sonrojamiento cambian mucho en el desenlace de esta historia, cuando en la fase del desenmascaramiento, los estafadores usan ya lenguaje amenazante o tildan a las víctimas de desequilibradas: «No estás bien de la cabeza». «Me acabo de comprar un coche de 170.000 euros, imagínate para qué quiero 1.000 euros. Es un poco absurdo», zanja la experta.

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