Los irreductibles del centro histórico

D. ALMENDRES
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Los establecimientos que insuflan vida al barrio resisten a pesar de la pérdida de población, los cambios de hábitos sociales, las crisis económicas y la falta de relevo generacional

Los comercios irreductibles del centro histórico de Burgos. - Foto: Valdivielso

El pequeño comercio insufla vida a los barrios, pero cada vez resulta más complicado abrir cada mañana las puertas de los establecimientos. Más allá de las peculiaridades de cada momento, la tendencia dibuja un panorama complejo para el futuro. 

En su día fue la llegada de las grandes superficies. Después, las diferentes crisis económicas, la fiebre de las compras por internet, la inflación, los cambios de hábitos sociales, el problema demográfico y la falta de relevo generacional son otros problemas importantes -pero no los únicos- a los que se enfrentan los profesionales para mantener su modo de vida. 

El caso del centro histórico es un claro ejemplo del cambio de paradigma que ya es una realidad en la capital porque la ciudad se mueve al compás de las circunstancias sociales y económicas. Ese dinamismo permite la incorporación de nuevos proyectos mientras muchos clásicos languidecen. Algunos ceden su espacio ante la irrupción de las franquicias y otros siguen en pie a pesar de las dificultades.

Valentín Rodríguez  | Carnicería Afri: «Ahora hay que centrarse en el día a día».Valentín Rodríguez | Carnicería Afri: «Ahora hay que centrarse en el día a día». - Foto: Valdivielso

Aún resiste una buena representación de los establecimientos de siempre que se resisten a hincar la rodilla. Son las tiendas de barrio, las que ofrecen un servicio directo y de calidad a los vecinos, independientemente de la naturaleza del negocio. 

Proyectos de vida transmitidos de padres a hijos y de hijos a nietos que se agarran al presente y a la obligación cotidiana. Porque cuando se apagan las luces la actividad no cesa. Hay que ordenar almacenes, preparar pedidos y hacer números para que todo esté listo a la mañana siguiente. «El empresario del comercio no descansa ni un segundo y, en ocasiones, debe adelantarse, como ocurre en el sector textil. Eso supone un riesgo añadido», explica Belén Marticorena, gerente de Centro Burgos.

Alimentación, textil, iluminación, ferretería, artesanos... dan forma a un paisaje que parece abocado a la desertización. El comercio tradicional «ocupa los ejes urbanos y llena de actividad las calles», pero la realidad es dura. 

Javier Varona | Luz Burgos: «Es muy difícil mantener el negocio».Javier Varona | Luz Burgos: «Es muy difícil mantener el negocio». - Foto: Valdivielso

«Es un trabajo complicado, pero también es muy bonito. Estos profesionales tienen un carácter especial.De lo contrario, no podrían aguantar tantos años en la lucha», recuerda, para alabar su «capacidad de adaptación a las necesidades del consumidor» y el «cuidado en cada detalle».

Belén Marticorena tiene claro que el centro «es el barrio de toda la ciudad» y merece un «plus» en atención. «Vienen a vernos, a dar un paseo, de compras, a hacer papeles... es el corazoncito de Burgos», explica para insistir en la necesidad de «incentivar» el desarrollo de los establecimientos tradicionales y facilitar la incorporación de nuevas ideas.

«Vemos que la zona alta, donde se ha hecho una rehabilitación fantástica, no consigue tener vida porque no hay comercio.Es fundamental que haya empresarios que levanten la verja cada día para ofrecer servicio a los vecinos», señala.

Javier Vivar | Pescadería Vivar: «Esperamos que la situación se estabilice».Javier Vivar | Pescadería Vivar: «Esperamos que la situación se estabilice». - Foto: Valdivielso

Por eso, la representante de la asociación aboga por «fomentar iniciativas que faciliten la conexión entre la propiedad de los locales y las diferentes actividades comerciales». «Nosotros como asociación no tenemos capacidad, aunque podemos ayudar a la administración», comenta.

Belén Marticorena va un paso más allá y subraya la importancia de dejar que la ciudad evolucione con naturalidad. «A veces cuando a algo se le reconoce la condición de 'histórico' supone un problema porque ya no pueden innovar. Hay ejemplos de empresas con ideas muy interesantes a las que no han dejado hacer realidad su idea», lamenta, antes de insistir en la importancia de «ayudar» a aquellos negocios que ofrecen «servicios básicos, sobre todo en el centro». 

Valentín Rodríguez  | Carnicería Afri

Marisa Mesa | Mercería: «No sé si le interesará a alguien, pero no lo creo»Marisa Mesa | Mercería: «No sé si le interesará a alguien, pero no lo creo» - Foto: Valdivielso

«Ahora hay que centrarse en el día a día»

Valentín Rodríguez suma 32 años detrás del mostrador de su carnicería en la calle de San Lorenzo, la cual regentaba anteriormente un familiar. Este profesional entendió hace tiempo que no habrá relevo generacional y asume que es difícil revertir la tendencia general. «Son trabajos muy sacrificados que exigen muchas horas», expone.

La pérdida de población ha afectado a un negocio que ahora se apoya en el turista para cuadrar números. «El comercio de barrio ha desaparecido», asegura. «Hay que centrarse en el día a día y llegar hasta donde se pueda», asegura. Rodríguez tiene claro que pisará a fondo el acelerador, como desde el primer día. «Hay que hacer las cosas bien para mantener la clientela. No he cambiado mi forma de trabajar a pesar de todas las crisis», explica, aliviado por contar con la propiedad del local. «Después de muchos años de trabajo pude comprar el negocio. Si no sería imposible por los alquileres y las bajas ventas», zanja.

Aceptadas las cosas «como son», la vida cambia constantemente y hay que tomarla como viene. «Antes éramos dos personas y ahora estoy yo solo. Como vendo menos también compro menos y eso lo notan los mayoristas. Esto es una cadena en la que estamos todos implicados», subraya.

Amparo Castellanos | Farmacia: «Viene gente de aquí y también de paso».Amparo Castellanos | Farmacia: «Viene gente de aquí y también de paso». - Foto: Valdivielso

Javier Varona | Luz Burgos

«Es muy difícil mantener el negocio»

Cada vez resulta más complicado encontrar especialistas en el comercio de cercanía. Luz Burgos se hace fuerte al ofrecer un servicio avalado por la experiencia. De ello se encarga Javier Varona después de 35 años de labor. Primero junto a su cuñado, después con su hermana y ahora, en solitario.

«Es muy difícil mantenerlo y exige muchas horas, el doble desde que estoy solo», explica. El sacrificio es diario, como lo fue tomar la decisión de volver al negocio después de encontrar un trabajo fijo en otro sector por circunstancias de la vida. 

Santos Soria | Textil: «El comercio tradicional tiene cosas que decir».Santos Soria | Textil: «El comercio tradicional tiene cosas que decir». - Foto: Valdivielso

El esfuerzo acumulado pasa desapercibido y a veces hay que plantearse si merece la pena. Varona deja a un lado la resignación para seguir con su labor a sus 62 años. «Creo que estaré hasta los 75. Esto lo vivo y me gusta», indica.

El futuro de Luz Burgos tampoco tiene asegurado el relevo. «Mientras no cambie algo, no lo habrá», asegura su propietario, quien ha encontrado su forma de marcar la diferencia. «Sé cómo va esto. Viene mucha gente porque ofrezco cosas que no hay por ahí. Esa es mi ventaja. He encontrado la manera de ser un referente, según me han comentado algunos profesionales», apunta. Y es que la experiencia es decisiva. «Es importante conocer el negocio», zanja.

Javier Vivar | Pescadería Vivar

«Esperamos que la situación se estabilice»

La Pescadería Vivar es un referente. Después de 80 años de actividad mantiene la salud del primer día con la incorporación de la tercera generación. Sin embargo, el negocio no es ajeno a la situación actual. «Cada vez queda menos gente que viva en el centro y cada vez se abren más bares. El comercio se pierde y las personas prefieren hacer toda la compra al mismo tiempo en el supermercado.Antes se podía hacer todo en el barrio, pero ya no», indica Javier Vivar.

Cada negocio tiene su particularidad y la venta directa de género fresco invita a los clientes a acercarse a los locales. Sin embargo, los continuos mensajes de incertidumbre y alarma que llegan al consumidor repercuten en los hábitos de compra. «La gente se guía por lo que dice la televisión. Constantemente dicen que la compra no para de subir y no siempre es así. Algunos clientes te comentan cuánto ha subido un producto que lleva años al mismo precio», señala un Javier Vivar que prefiere no especular sobre el futuro.

«No se sabe qué pasará. Es complicado que vuelva a lo de antes, pero esperamos que la situación se estabilice», indica. Vivar recuerda que «las cosas cambian rápido» y no se cierra a la «complicada» posibilidad de que Pescaderías Vivar tenga un nuevo relevo generacional. «Nunca se sabe».

Marisa Mesa | Mercería

«No sé si le interesará a alguien, pero no lo creo»

La mercería Marisa Mesa cerrará sus puertas de la calle San Juan el próximo mes de julio por jubilación. Entonces se pondrá fin a 72 años de dedicación a un sector que se ve superado por las circunstancias. «Hace años había muchas modistas, la gente cosía en casa y se vendía mucha mercería. Hoy solo con eso no se puede y es muy difícil aguantar. Es un negocio que exige tener muchos artículos y hay que encontrar soluciones que te ayuden a facturar un poco más porque, de lo contrario, no se podría sostener», señala, consciente de que todo pudo irse al traste.

«El local es mío. Si en la crisis de 2008 hubiera tenido que pagar una renta lo habría dejado seguro. Aguantas porque buscas otras fórmulas, como reducir gastos. Y eso que nunca ha tenido a nadie empleado», subraya.

Mesa recogió el testigo de su padre hace 36 años y ya se considera «una jubilada en activo». «Podía haberme ido ya, pero hago menos horas», explica, para dar por bueno el largo recorrido completado. «Ha merecido la pena porque en mi caso hay un valor sentimental y haces por aguantar», indica, para descartar la continuidad del negocio. «En mi casa no hay relevo y, llegado el caso, les diría que no. No sé si interesará alguien, pero no lo creo», señala.

Amparo Castellanos | Farmacia

«Viene gente de aquí y también de paso»

Amparo Castellanos acude cada mañana a su farmacia situada en El Espolón, un negocio fundado en 1921 que ella adquirió en 1962. En estos 60 años ha visto cómo el paseo ha cambiado su paisaje. Los pequeños comercios tradicionales desaparecen o dejan su estratégico espacio a las franquicias, pero la particularidad de las farmacias facilita la transmisión.

Catherine Marmolejos trabaja con Castellanos y está previsto que tome las riendas de la botica. «Continuaré con su legado y daré el servicio que ella me ha enseñado», explica con ilusión. «Me quedo con su amistad y sabiduría. Es un persona muy querida», indica Marmolejos.

Castellanos, por su parte, vive con naturalidad este proceso y disfruta del día a día. Esta mujer, que además es una entusiasta de la pintura, asegura no haber sufrido el impacto de las diferentes crisis, ni los cambios de hábitos sociales. «La farmacia no ha notado esas cosas. Viene gente que vive por aquí, pero también personas de paso», explica.

Con el relevo asegurado, la farmacia mantendrá la filosofía que le ha conducido al éxito durante décadas. Esa basada en la «dedicación» mostrada para «la elaboración de fórmulas magistrales». «Eso hace que la gente venga a visitarnos», indica Amparo Castellanos.

Santos Soria | Textil

«El comercio tradicional tiene cosas que decir»

Santos Soria muestra su mejor sonrisa al hablar del negocio que abrió su abuelo en el comienzo del siglo XX. Representa la tercera generación de un proyecto familiar que, «en principio», no cederá el testigo.
Sea como fuere, su propietario se muestra «optimista» en su defensa «a capa y espada» del comercio situado en calle Sombrerería. Vienen turbulencias, pero antes ya se han superado otras crisis.  «Todas las generaciones han tenido subidas y bajadas, un perfil de sierra», zanja. 

Para Santos Soria esta es su «manera de vivir». «Esto es lo que conocemos y sabemos que con las nuevas tecnologías se suma un jugador a la partida que cambia las reglas», explica, mientras adapta el modelo a los reclamos de los clientes. «Mantenemos los artículos clásicos hasta que por ley de vida desaparezcan. Mientras tanto, incorporamos nuevas cosas», comenta.

«Es una lucha de David contra Goliat en la que los pequeños tenemos las de perder», recuerda el empresario. Pero eso no significa que el destino esté escrito. «Afortunadamente, contamos con un público fiel que valora que el comercio tradicional y aún tenemos cosas que decir», explica.

El centro histórico necesita a sus comercios y los comercios necesitan que haya vecinos en las calles. «Cada vez viene menos gente a vivir por aquí. Si das una vuelta por la noche verás que hay edificios sin luz», expone este empresario.