«De este trabajo me gusta el trato cercano con las personas»

D. ALMENDRES
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Jesús Lizárraga, Kopoet en el mundo del hip hop, se gana ahora la vida como repartidor de bombonas de butano en la agencia distribuidora Tuga

Jesús Lizárraga trabaja como repartidor de la agencia distribuidora Tuga. - Foto: Valdivielso

Jesús Lizárraga es casi un recién llegado a Tuga, empresa encargada del suministro de bombonas de butano. Lleva poco más de medio año en la ruta de reparto de Repsol, pero conoce al detalle los secretos del oficio. No en vano, su padre estuvo al pie del cañón durante 20 años. «Le veía llegar a casa con el camión y tengo ese recuerdo», indica. Ahora le toca aplicar las lecciones aprendidas. «Entonces no podía ir con él, pero le veía y me ha comentado algunas cosas. Me he empapado de su situación, de cómo es el trabajo y el trato que hay que tener con la gente», explica.

Cada mañana, Lizárraga carga el camión en el almacén de Villalbilla y suministra a la capital de gas embotellado. «El butano está muy vivo», asegura. «Se nota que es una energía que está volviendo», explica.

Las bombonas no solo se demandan en zonas o barrios con edificios muy antiguos. De hecho, en Tuga comprueban cada día cómo los jóvenes también solicitan esta energía, ya sea «en la zona de las Universidades o en el barrio de San Pedro».

A sus 36 años, el artista conocido en el mundo del hip hop como Kopoet, inicia con ilusión una nueva etapa. En su ruta de reparto visita la zona de Vadillos, San Francisco o avenida del Cid, aunque también suministra a otros barrios. Incluso, ya conoce los detalles de la entrega de las bombonas por los pueblos tras hacer una sustitución. 

Es un optimista. Por eso, se adapta con naturalidad a las circunstancias  y no pierde la sonrisa cuando llega a un edificio sin ascensor. «Cargo la botella al hombro y para arriba, con ganas», zanja un Lizárraga satisfecho con su experiencia en Tuga. 

«He estado muchos años en fábricas y allí me sentía un número. Lo bueno que tiene este trabajo y lo que me gusta es que hay un trato cercano con las personas. Me conocen, se acuerdan de mí y el jefe también me llama por el nombre», explica. También le reconocen como Kopoet. «Algunos jóvenes me miran y se sorprenden al verme. Mola», indica.

Ahora toca amoldarse a su primer invierno como repartidor de bombonas de butano. Si bien cada día es diferente porque «a veces se reparten 80 y otras, 150», llega un momento de mucha actividad. «Con el frío se nota que la gente ya se anima a pedir butano», explica, para afrontar lo que venga con la misma alegría. «Me han comentado que suben las ventas, pero no pasa nada. Simplemente, es cuestión de organizarse», zanja.

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