No es necesario modificar nuestra Constitución, pero sí es conveniente modificar los cerebros de determinados legisladores que, día tras día, se han reunido en la Carrera de San Jerónimo para redactar una Ley de Vivienda que no alcanza a recoger el espíritu de nuestra Carta Magna.
Han conseguido dar viabilidad a una Ley de Vivienda sin tener en cuenta el artículo 47 de la Constitución, que considera el acceso a una vivienda digna como un derecho fundamental. Con lo cual, los animo a que cojan sus mochilas y zapatillas y salgan a pisar el asfalto para encontrar respuesta a un derecho fundamental que cada día nos lleva a preguntarnos: ¿por qué es el activo más sobrecargado de impuestos? ¿Por qué todas las administraciones repercuten impuestos sobre este activo? En vez de negociar tonterías, legislen una fiscalidad que dé soporte a que todos puedan adquirir una vivienda sin tener que soportar tantos impuestos sobre un derecho fundamental.
El Estado nos imputa IVA en la compra del suelo, en la construcción, en la venta y en la rehabilitación. ¿Les parece poco?, continuamos: Actos Jurídicos Documentados en la compra de suelo, en el préstamo hipotecario sobre una base irreal de la responsabilidad hipotecaria, en la subrogación del préstamo promotor y en la división horizontal.
¿Seguimos? sí, pues antes de comenzar las obras de construcción o de rehabilitación deberás pasar por la administración local y pagar el Impuesto de Construcciones. ¿No te parece suficiente? aún te queda el Impuesto de Bienes Inmuebles, durante la construcción y en la obra nueva.
¿Y una vivienda como segunda transmisión? Soportarás el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. ¿Y si eres heredero? Te harás cargo de las plusvalías. ¿Dedicarse al alquiler? Pagarás el IVA -que no vas a recuperar- y todos los gastos de gestión asociados. ¿Y si gestionas una sociedad dedicada al alquiler de viviendas (EDAV)? Pagarás una subida 15 veces superior a la de un fondo que invierta en bolsa. ¿Qué falta?, todas las tasas municipales de basuras, vados, etc. Si no saben legislar, junten tres cerebros y obtengan uno capaz de volver a redactar una Ley de Vivienda con el espíritu de la constitución y basado en un sistema tributario, no sé si justo, pero sí eficaz, y que no sea confiscatorio. Es la forma más noble de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos.