«El que no vive aquí piensa que esto es el Bronx»

I.M.L.
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A punto de cumplirse un año desde su llegada a la presidencia del barrio con mayor población de la capital ribereña, Vélez saca la cara para defender la convivencia en Santa Catalina, dejando los sucesos de las últimas semanas en algo puntual

Antonio Adeliño, presidente de la AAVV Santa Catalina de Aranda de Duero. - Foto: I.M.L.

En contacto directo y continuo con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Ayuntamiento de Aranda, desde la AAVV Santa Catalina trabajan para mejorar la calidad de vida de sus convecinos y erradicar algunos de los problemas que aquejan a esta zona de la capital ribereña. Peleas nocturnas, okupación, botellones, venta de drogas, talleres ilegales, escombreras descontroladas son algunos de los problemas que tienen ahora sobre la mesa.

Frente a este panorama que lleva a pensar que este barrio tiende a la marginalidad, el presidente de la asociación vecinal contrapone la buena convivencia entre los más de 7.000 vecinos, argumentando que esas circunstancias son puntuales. 

¿El barrio de Santa Catalina se está convirtiendo en un barrio marginal de Aranda?

No, radicalmente no. Lo que pasa es que estos casos son muy escandalosos y dan mucha notoriedad, pero la convivencia es normal. El que lo ve desde fuera y no vive aquí, ve que hay peleas y cree que esto es el Bronx, pero no son tantas peleas, aunque últimamente son más ruidosas porque sacan navajas y alguno ha acabado en el hospital.

¿Los vecinos están preocupados por los sucesos de los últimos meses?

Claro que les ocupa y les preocupa, pero no les alarma. Saben que son casos puntuales, que son gente que la mayoría no son del barrio y que son cosas con las que hay que convivir en esta sociedad.

Esto pasa en todos los barrios, igual aquí se concentra más, pero cosas como la venta de drogas está muy presente en Aranda con una facilidad pasmosa.

Ante el fenómeno de la ocupación de viviendas, ¿cómo se siente la población?

Preocupada e inquieta. Solo conocemos un caso de vivienda ocupada en el barrio, en la calle Hontanar, pero los vecinos temen que pueda producirse un efecto llamada de ocupantes en otras viviendas. 

En este asunto es muy importante la llamada inmediata a la policía para que puedan desalojar a los intrusos. Si pasan 48 horas, las cosas se complican extraordinariamente, y este ha sido el caso de la vivienda asaltada. Los propietarios se enfrentan ahora a un largo y farragoso proceso judicial para recuperar su propiedad.

¿Está controlado el problema de la venta de drogas en esta zona?

Me temo que no. Está localizado en ciertos establecimientos de la calle Pizarro y en algún bar de las inmediaciones, pero es muy difícil aportar pruebas de la venta de estos productos ilícitos. Los malos, son muy buenos en escapismo. 

No obstante se consiguió cerrar el Bar Coyote y me consta que se está trabajando en erradicar esta lacra, que no afecta sólo a nuestro barrio.

Asociado a esto, están los botellones. ¿Están localizados en la barrio?

Se hacen botellones y se fuma hierba en el parque de La Isla, en el de La Huerta, en las eras de Cantaburros y en la pradera de la ermita de San Pedro; pero la meteorología de nuestra región ayuda a mitigar el problema de los espacios públicos en invierno, y se traslada el problema a los bares de copas y de ocio nocturno. Sabemos que está prohibido consumir drogas y alcohol en la calle, pero cada vez hay más menores enganchados a este consumo, y ajenos al destrozo que generan estas sustancias en el cerebro. 

Ligado a estos consumos, aparecen peleas callejeras nocturnas que se vienen repitiendo muchos fines de semana. ¿Se ha reducido con la mayor presencia policial?  

Dice un amigo que lo que hace el vino, no lo hacen las patatas. Los excesos llevan a perder los papeles y del empujón se pasa al puñetazo y a la trifulca. El problema se agrava cuando además de los ruidos y las molestias a los vecinos, aparecen las navaja. Me consta que la Policía acude con celeridad a sofocar estos episodios y que su presencia disuade a los alborotadores.

Mi impresión es que ahora el problema es puntual y se localiza a la salida de los locales de copas de la calle Hospicio, pero que se generalizará con el comportamiento que muestran los extranjeros, que acostumbrados a recibir garrotazos de la policía de su país, agreden sin miramientos a nuestros agentes y no respetan la ley ni el orden.  

¿Entonces es un problema de la población de extrajeros?

Diría que sí, aunque no en exclusiva, porque en España también hay violentos radicales. Se trata de una minoría poco cívica que se hace notar mucho, pero con el resto de foráneos tenemos por lo general buena convivencia. Aunque es fácil entender que a las tres de la mañana no se encuentra por la calle lo mejor de cada casa, sino todo lo contrario.

A todos estos problemas se han sumado ahora unos pisos donde se ejerce la prostitución. ¿Están sumando nuevos problemas de convivencia?

No sabemos qué dimensiones tiene pero estos casos molestan porque los clientes se equivocan de timbre, el negocio tiene lugar en horas de descanso y siempre hay voces y tránsito contante de extraños por las escaleras.

El asunto adquiere otras dimensiones cuando hay un proxeneta por medio, y por ahí van los rumores. No sabemos si intervine un chulo en el negocio. Si hubiera explotación sexual, hay que actuar y erradicar el problema. Es una forma de esclavitud que no se debe consentir.

 ¿Esta mala imagen del barrio está afectando a la economía de la zona, por ejemplo a las tiendas o al precio de los pisos?

El problema del comercio del barrio no son las peleas o la venta de droga, es que no llega a ser competitivo. Algo está pasando porque el que se cierra ya no se abre. En el ámbito inmobiliario, el mercado aquí es de pisos viejos y la gente busca viviendas con más prestaciones y comodidades. Los que se compran son los mejores y los de aquí se quedan sin vender. Son edificaciones con 70 años que no tienen las mismas condiciones que los pisos nuevos.

Entonces, la ejecución del plan del Área de Regeneración Urbana (ARU) sería un espaldarazo para esta zona de Aranda.

Si se lleva a cabo si, pero yo veo a la gente muy fría, no se atreven a dar el paso a solicitarlo. Muchos son mayores, otros morosos y otros extranjeros. Los primeros no se quieren meter en jaleos de obras, los morosos no les hables de poner un duro más y los terceros tampoco lo van a hacer porque no saben si van a vivir aquí el día de mañana.

Me temo que va a pasar el tren y no lo vamos a coger.