El cura acusado de agresión violó la orden de alejamiento

I.M.L.
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Tenía prohibido comunicarse con la denunciante y fue detenido por la Policía Nacional después de que no cejase en su empeño de intentar verla en su lugar de trabajo ni de llamarla constantemente

El requerimiento para la detención del sacerdote se derivó a la Comisaría de la Policía Nacional en Aranda, y sus efectivos procedieron a su detención. - Foto: Luis López Araico

El sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares que va a ser juzgado en Burgos como presunto autor de dos agresiones sexuales a una mujer ribereña fue detenido por la Policía Nacional en Aranda de Duero por violar la orden de alejamiento que pesaba contra él. Después del último intento de conseguir sus propósitos de la víctima abordándola en su puesto de trabajo, el 1 de agosto de 2019 se le impuso al investigado la prohibición de comunicación y aproximación a la denunciante, que sigue vigente.

Según el auto de la Audiencia Provincial, «el investigado siguió intentando verla en su lugar de trabajo, llamándola constantemente, tanto desde números fijos, como móviles y números desconocidos» a pesar de las negativas de la víctima. En una de esas ocasiones en las que quebrantó la orden de alejamiento, a la Comisaría de la Policía Nacional de Aranda llegó el aviso para que se detuviese a este individuo por violar un mandato judicial, que se llevó a efecto.

Este sacerdote se enfrenta a un juicio como presunto autor de dos agresiones sexuales, coacciones y amenazas contra la denunciante, después de que la Audiencia Provincial haya rechazado el recuso que interpuso el encausado contra su auto de procesamiento, después de que el Juzgado de Instrucción número 1 de Aranda de Duero instruyese la causa.

El investigado y la víctima se conocían desde 2017, cuando coincidieron en distintas celebraciones religiosas «como en julio de 2017 en la renovación carismática católica en Madrid, en octubre de ese mismo año en la celebración de Holywins» y comenzaron una comunicación fluida a través de una aplicación de mensajería.

No fue hasta finales de julio de 2018 cuando quedaron para dar un paseo y acabaron en la ermita de San Antón donde «el investigado empezó a coger las manos de la denunciante, besarlas, mientras le decía que le encantaban sus pies, que quería pasar el día y la noche con ella (...)».

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