La hostelería suma varios locales pese a faltar personal

L.N.
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El sector en Aranda experimenta un cierto resurgir tras dos años castigado duramente por las restricciones frente a la covid. Entre las aperturas, una cafetería regentada por una familia que decidió cambiar Barcelona por la capital ribereña

La hostelería suma varios locales pese a faltar personal - Foto: L.N.

La hostelería arandina empieza a remontar el vuelo. En los últimos meses, ha experimentado un cierto resurgir con la apertura de varios locales, tanto bares como restaurantes, en distintos barrios de la capital ribereña, especialmente en el centro. El sector 'rebrota' tras dos años castigado severamente por las numerosas restricciones para frenar los contagios por covid. 

En Aranda, concretamente, la hostelería sufrió cuatro cierres y tres confinamientos en apenas 15 meses. Palo tras palo, como lo definieron los propios hosteleros, que se tradujo en frustración e indignación. Basta recordar que el confinamiento de 14 días que se impuso a la capital ribereña en agosto de 2020 sorprendió a muchos establecimientos con todo el género en sus frigoríficos. Frases como "estamos tocando fondo" o el sector "ha recibido migajas dejándonos abrir un poco" han dado paso a nuevos emprendimientos una vez que se han eliminado las restricciones. 

Hace justo una semana, abrió sus puertas la Cafetería Prisma, junto a la Avenida de Castilla. Marga y Jesús, junto con su hija Vanesa, decidieron cambiar Barcelona por la localidad segoviana de Fresno de la Fuente. Tras dos años viviendo en el pueblo, "llenando la España vaciada" como dice el padre de familia, se han liado la manta a la cabeza y han decidido poner en marcha su propio negocio. 

Jesús conocía Aranda desde pequeño. Sus padres recorrían los 35 kilómetros que separan su pueblo de la capital ribereña para hacer las compras. Ahora, muchos años después, la vida le sorprende con una vuelta a sus orígenes. "Me han acompañado", indica en referencia a su mujer y a su hija, "y aquí estamos". Lo cierto es que se hallan en un local de más de 110 metros cuadrados, con terraza, junto al Colegio Dominicas. "Estamos locos de remate", espeta Marga. Sea como fuere, ellos mismos se han encargado de decorar su cafetería. Por ahora, el comienzo es positivo. "Poco a poco", responde ella, mientras detalla que ofrecen desayunos con churros y variedad de pinchos. 

Mientras, en la calle San Francisco, Mariana Tomuleanu, reabrió el bar La Viña hace medio año. Detrás de la barra, asegura que ha empezado una vida nueva. En los últimos años, regentó un establecimiento en la cercana localidad de Peñaranda de Duero, pero por diversas circunstancias, incluyendo varios robos en poco tiempo, decidió trasladarse hasta Aranda. 

Reconoce que emprender nunca es fácil y ahora menos. "Es un momento duro, durísimo, pero hay que tirar para adelante y no mirar para atrás", defiende, satisfecha de cómo le está yendo en su nuevo bar. Pese a la adversidad, Mariana, que llegó a España hace diez años procedente de Rumanía, apunta que le gusta lo que hace y que este fue precisamente el motivo para tomar las riendas de La Viña. "También tener el pan de cada día", precisa, y porqué no, "dar un servicio al barrio para que sea más alegre". 

Cuenta con una clientela bastante fiel. Tras un mes en su país y recién reabierto el bar, no son pocos los parroquianos que, nada más entrar, le dicen que la han echado de menos. Ella les responde con un desparpajo especial, como si se conocieran de toda la vida pese a los pocos meses que lleva en el mostrador. "Me comentan que no había tanta gente en el bar como ahora", aplaude Mariana, que también hace comida por encargo. 

Otros que suman unos cuantos años trabajando en hostelería es la pareja de socios que ha dado vida a El Chiringuito, en la Plaza Mayor arandina. Abrieron en septiembre, han creado cinco puestos de trabajo y, por ahora, dicen, la acogida es "buena". Sobre todo, por la terraza. De hecho, admiten que de no ser por este gran espacio, ni se hubieran planteado abrir. Pese al frío helador, el ir y venir de clientes es constante. "Seremos de las pocas terrazas con sol en pleno invierno", argumenta su gerente. 

Reconocen que no ha sido fácil poner en marcha este local. "Casi imposible por la cantidad de trabas burocráticas". De hecho, han sufrido un retraso de casi dos años. Pero ahora se muestran "contentos" con el resultado. No se olvidan de la primera caña que sirvieron. "¡Qué emoción!", admiten. 

Escasea la mano de obra. Este resurgir coincide en el tiempo con una preocupante falta de mano de obra. La presidenta de Asohar, Nuria Leal, sostiene que este problema se da a nivel nacional y que afecta también a otros sectores. Admite, eso sí, que "de cara al verano o a épocas de más trabajo, lo vamos a tener complicado". 

En su opinión, "el problema no es tanto emprender, sino cómo das el servicio". Leal advierte que, "aunque los salarios son los que son y ahora no podemos subirlos", falta formación.

Pide al Ayuntamiento que les deje la Escuela de Hostelería para formar ellos mismos a quienes lo deseen. "Necesitamos gente profesional, que conozca los protocolos de barra, de sala...". No hay tiempo que perder.