Un burgalés clave para grandes empresas

L.M.
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Tras años trabajando fuera, Íñigo López ha puesto en marcha una academia de idiomas especializada en trabajadores 'expatriados'

Íñigo López ha puesto en marcha una academia de idiomas tras años trabajando fuera. - Foto: Alberto Rodrigo

Un trabajador ‘expatriado’ es aquél al que su empresa, normalmente grandes multinacionales, envía durante un periodo -suele rondar los dos o tres años- a un país para poner en marcha nuevos proyectos o ayudar a la compañía en esa región. Estos se encuentran con una primera barrera, el idioma con el que deberán comunicarse en su destino, ya que no en todos los rincones se habla inglés de manera fluida.

Para tratar de solventar ese inconveniente, y dado el nicho de mercado que había al respecto, el burgalés Íñigo López -junto a un socio que ya no está con él- crearon hace unos años BiCortex. Se trata de una academia experta en poner en contacto trabajadores expatriados con profesores de la lengua que desean aprender y con la que han de desenvolverse a futuro.

En estos momentos ha logrado conectar para impartir clases en 89 países, con 47 clases de lenguas. De este modo, López ha tenido que intermediar para buscar, por ejemplo, una persona que enseñe polaco a un ciudadano de Sudáfrica. «Me costó mucho. Al final la encontramos a través de la embajada, pero no hablaba inglés. Para hacer la entrevista y firmar los contratos tuvo que intermediar su hija, ya que ella estaba de visita temporal. Aún así nos hizo el favor de impartirle unas clases de polaco a nuestro cliente», recuerda. Casos tan ‘curiosos’ como ese tienen cada año bastantes. López también saca a relucir la dificultad que tuvieron para tratar de enseñar chino a un ciudadano de Liechtenstein.

Todo online. La idea inicial, y con la que BiCortex estuvo funcionando varios años, fue impartir las clases de idiomas de manera presencial. No obstante, la pandemia ha trastocado los planes, y ahora la mayoría se hace de manera online, aunque poco a poco se ven visos de volver a esa ansiada vieja normalidad. «Los alumnos vuelven a solicitar dar las lecciones en persona. Empezamos en Hong Kong y en China y ahora ya se están notando esas ganas en Europa», apunta el burgalés, que dirige la empresas desde una pequeña habitación de su propia casa.