«A mí no me importa que me desmembraran, soy una mujer plena»

GADEA G. UBIERNA / Burgos
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ENTREVISTA | Irene Villa (Madrid, 1978) es conocida desde que tenía 12 años y una bomba de ETA le amputó las piernas y tres dedos. Ha clausurado hoy en Burgos el congreso sobre heridas con la conferencia 'Saber que se puede siempre'; su lema de vida

Irene Villa ha cerrado hoy el congreso sobre heridas en el Fórum Evolución. - Foto: Alberto Rodrigo

Irene Villa todavía se acuerda de Pura, la enfermera del hospital madrileño Gómez Ulla que se encargaba de cuidarla por las noches, en los muchos meses de hospitalización que siguieron al 17 de octubre de 1991; aquel día tuvieron que amputarle las piernas y tres dedos como consecuencia de la bomba colocada por ETA en los bajos del coche de su madre, María Jesús González, que era funcionaria de la Dirección General de la Policía. De sus largos y dolorosos ingresos ha hablado esta mañana en el Fórum, en la clausura del congreso del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP), que ha congregado en Burgos a más de un millar de sanitarios especialistas en un tema del que Villa también es experta, aunque por razones distintas. Y a ellos, a Pura y al resto de enfermeras que han cuidado de ella, ha querido trasladar hoy su gratitud. «Son cruciales en nuestra vida», avanza, en conversación telefónica.

¿Qué quería transmitir a esos más de mil sanitarios que la escuchaban en el Fórum?
Cuento mi historia y hablo sobre las heridas físicas y emocionales que he tenido que ir superando, pero, sobre todo, intento reconocer el trabajo de esos enfermeros maravillosos que nos curan y acompañan en procesos hospitalarios tan arduos. Lidiar con el ser humano en su peor faceta, que es la del dolor, no es fácil, así que quiero transmitirles entusiasmo y que sientan la gratitud de los enfermos. En el momento igual no la tienen, pero que sepan que son cruciales en nuestra vida. Yo aviso de que voy a mostrar heridas terroríficas, porque tengo fotos escalofriantes de cuando llegué a quirófano con el fémur reventado, la carne... En fin, de los injertos que me han hecho... Han sido meses de tratamiento, pero este congreso también va de investigación y, afortunadamente, la cura de heridas hoy no tiene nada que ver con la de hace 30 años.

Qué heridas tardan más en sanar, ¿las físicas o las emocionales?
Por supuesto, las emocionales. Para las físicas ha habido tantos avances...  Mi hermana no ha tenido nada físico, pero es quien peor lo ha pasado de las tres [en alusión a su madre, también amputada en el atentado] y voy a poner un vídeo muy emotivo de ella. Su dolor por la culpa de no habernos acompañado aquel día, de no haber podido evitar un atentado que había adelantado en su mente... Cargar con esa culpa es dramático. Yo también lo sé, porque mi cuarto embarazo fue ectópico y doloroso físicamente, pero, sobre todo, emocionalmente. Y sé lo que es perder a mi mejor amiga por un cáncer. Eso es lo difícil. Cuando me hablan de la dureza de lo que he superado, contesto que qué va: yo tengo a mi madre. Lo difícil hubiera sido que a ella la asesinaran aquel día; no sería ni la sombra de lo que soy. Para mí, ha sufrido mucho más una víctima del terrorismo a la que han quitado el marido, el padre o el hijo que yo, que estoy viva. Y mi madre también lo está. La pérdida de un ser querido es mucho peor que la de las piernas.

Los enfermeros lidian con el ser humano en su peor faceta, que es la del dolor. Yo quiero transmitirles nuestra gratitud»

¿Le puedo preguntar cuántas cirugías ha vivido por el atentado?
Durante los primeros siete meses que estuve hospitalizada me operaban a diario. Me dormían para las curas, porque la carne estaba completamente abierta y hacía falta anestesia general. Luego, 15 años después del atentado decidí ponerme un tornillo dentro del fémur izquierdo, que es la pierna que tengo más corta, casi a la altura de la ingle, para poder anclar la prótesis, porque, si no, se me salía, era muy doloroso e incómodo... Esa operación trajo consigo otras cinco, la última en 2019 y de cinco horas. Y operaciones de otro tipo, un montón más. Por eso estoy agradecidísima a los médicos, que son mis salvadores.

¿Cómo evita sentirse una paciente de continuo?
Es que no me he sentido nunca una paciente. En el equipo de esquí, como nos caemos tantas veces, solemos decir en broma que pasamos por 'boxes': cambio de tornillo, prótesis, cirugía y otra vez al ruedo. A seguir viviendo. Al final también es como darte permiso para estar un tiempo recuperándote: si tienes que operarte lo haces y si tienes que descansar o desconectar de tu vida, también. La vida es amor y dolor. Y no pasa nada. Hay que entender que el dolor es una etapa, pero luego vuelves con más fuerza y ganas. 

¿De dónde se saca la fuerza cuando todo se complica?
La vida te para en el momento más inesperado y, a lo mejor tienes que leer, hacer meditación o una introspección interior para avanzar. 

Abogo por cerrar heridas y mirar hacia atrás sin rencor y perdonando, porque no sabían lo que hacían»

Pero es que, quizá, la introspección dé un poco de miedo.
Vivir huyendo de uno mismo es un clásico, pero la vida es obstinada y te enfrenta a tu realidad. Y así tiene que ser. Hay que ser valiente, descubrir tu propia esencia y vivir acorde a eso, no acorde a lo que quieren tus padres, tu pareja o a lo que tu entorno espera de ti... Cuando descubres tu esencia, te das cuenta de que hay cosas de las que no eres responsable. Por ejemplo, los chistes sobre mí. ¿Voy a cargar yo con la miseria de otros? No, que cada uno se responsabilice de lo que dice. A mí nunca me ha ofendido. ¿Para qué? No estamos aquí para sufrir. Eso me enseñó mi madre desde pequeña.

¿Cómo ha conseguido cerrar el paso al rencor para vivir sin ira?
Aceptando lo que uno no puede cambiar y adaptándote a la realidad. Y perdonando a quienes te han hecho daño. O no sabían lo que hacían, como es nuestro caso con los atentados, o no es tu responsabilidad. Un accidente, un cáncer... Son cosas que uno no puede cambiar. Se acepta, se asume y se intenta revertir de la mejor forma. 

Es obligado preguntarle qué piensa del protagonismo de ETA en la campaña para las próximas elecciones municipales.
No hablo de política, pero si tengo que pronunciarme... [Piensa] A mí no me importa que me desmembraran, porque estoy viva, he dado vida tres veces más y soy una mujer plena, feliz y comprometida, pero es que han desmembrado familias. Eso es muy doloroso para las víctimas en general. Lo que diría es que la gente que los va a votar piense en esto. Han pasado diez años y es como que ha habido borrón y cuenta nueva, pero es que no podemos olvidar. ¿Cómo vamos a olvidar 50 años de injusticia? Perdón, por supuesto, pero el olvido es una traición a nuestra memoria histórica.

El olvido es una traición a nuestra memoria histórica»

¿De qué manera cree que debe abordar la sociedad esa parte de la historia para que no se olvide y, a la vez, se pueda cerrar la herida profunda del terrorismo?
Siempre abogo por cerrar heridas y mirar atrás sin rencor y perdonando porque, insisto, no sabían lo que hacían. El libro Patria lo narra fenomenalmente.

ARCHIVADO EN: ETA, Burgos, Madrid