Seteros

MARTÍN G. BARBADILLO
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"Ahora, ser setero mola. De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda ir a buscar setas y son verdaderas legiones las que se lanzan al monte, uniformados de Quechua, cesta de mimbre en el codo como Caperucita y navaja en mano, cuando es temporada"

Seteros - Foto: Alberto Rodrigo

¿Qué son? Se trata, evidentemente, de personas que recogen setas. Pero la cosa tiene más intríngulis de lo que puede parecer a primera vista.

Edad. Los humanos fueron cazadores-recolectores antes que casi cualquier cosa; hablamos pues de algo que se pierde en la noche oscura de los tiempos.

Vamos a hablar de buscar setas, según dices. Los hongos, como hemos comentado, están íntimamente unidos a nuestra especie. Se han recogido para alimentación, rituales o por sus efectos psicotrópicos desde antiguo. En esta provincia, la gente del medio rural los buscaba en su pueblo, pero de lo que vamos a hablar es de la realidad actual de este fenómeno.

¿Y en qué consiste? Pues en que, ahora, ser setero mola, es cool. De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda ir a buscar setas y son verdaderas legiones las que se lanzan al monte, uniformados de 'Quechua', cesta de mimbre en el codo como Caperucita y navaja en mano, cuando es temporada. Lo más antiguo, una vez más, se convierte en lo más nuevo.

No será para tanto. Una de estas neoseteras me contó que el otoño pasado, en una semana que las lluvias auguraban abundancia de hongos, acudió a 'la tienda' de artículos deportivos y no quedaba ni un par de esas zapatillas-botas tan útiles para estos menesteres. Sirva como dato.

¿Y a qué se debe este furor? En primer lugar, yo creo que está relacionado con el boom de la gastronomía, que se ha convertido en religión. Existe además un interés, por parte de mucha gente, en controlar lo que come y por eso va a buscarlo personalmente. También, y de esto ya hemos hablado, estoy convencido de que a la gente no le gusta ir al campo por ir, a disfrutar de la naturaleza sin más, como si uno fuese el poeta Walt Whitman. Por eso necesitan desarrollar una actividad específica, tener un objetivo: ver una cascada concreta, coger setas...

¿Y dónde puedo pasar un rato setero? Es una pregunta fácil y complicada a la vez. Materia prima hay: en Castilla y León se estima que existe una producción bruta potencial anual de 31.500 toneladas de setas, de las que tan sólo se aprovecharía el 14%. Precisamente su popularidad ha hecho que en los últimos años se haya convertido en una actividad de pago. Ahora, la mayoría de los lugares son cotos y hay que pasar por caja. En algunos casos el trámite se realiza por internet, pero en otros hay que acercarse al bar del pueblo para conseguir la licencia, lo que permite un rato de charleta con los paisanos, que siempre está bien. No me parece mal esa política; al fin y al cabo, yo siempre que he ido al Museo Thyssen-Bornemisza o a un teatro de la Gran Vía me han cobrado.

Muy bien, pero yo preguntaba dónde puedo buscar setas. Obviamente, si hay un coto, o como lo llamen, será que hay setas. Encontrarás en la Sierra de la Demanda, los Montes de Oca, la zona de Pinares, Merindades... Hay por todas partes. Otra cosa es su ubicación exacta: un setero, aunque sea neófito como tú, no la confesará ni bajo tortura.

No será para tanto. Te contaré un par de ejemplos ilustrativos. La neosetera antes mencionada me contó que en una de sus incursiones vio algo que se movía bajo unas matas. Al principio pensó que sería una animal, tal vez un jabalí o un zorro, pero resultó ser una paisana que no quería que nadie la viese porque estaba recogiendo perrochico, un hongo que cada año crece en el mismo sitio.

¡Menuda flipada!, ¿no? Mi propio padre, alguna vez que hemos ido a su pueblo a buscar setas, hacía lo siguiente: tras un rato en el que todo el grupo deambulábamos por ahí sin rascar casi nada, se alejaba un poco y, a la media hora, volvía con la bolsa llena. Al preguntarle dónde las había cogido daba explicaciones vagas señalando a lugares inconcretos. Quizás, en el futuro, su testamento nos saque de dudas.

Ya veo que se lo toman en serio. En muchos aspectos recuerdan a la otra gran tribu antropológica (la principal) de estos lares: los huerteros. De hecho, tienen códigos comunes. A ambos les gusta compartir el fruto de su trabajo, que, como es sabido, siempre llega a la vez. Igual que ocurre con calabacines, tomates y pimientos, las setas se amontonan en pocos días y por aquí es muy probable que alguien se plante en tu casa con una cesta llena. Aunque no te gusten, deberás llamarle a posteriori para agradecerle y contarle lo mucho que has disfrutado empujándotelas.

Lo tendré en cuenta. A los seteros, como a los hortelanos, les gusta ese reconocimiento y, en muchos casos, fardar de sus hallazgos y presumir de tamaños y cantidades, pero al mismo tiempo han de guardar el secreto de su localización. No debe de ser fácil lidiar con esa dualidad casi freudiana. Y hay más materias que deben dominar.

Sorpréndeme. Es una de las pocas actividades en las que, hoy día, tienes que controlar al menos rudimentos de latín, lo que tiene su punto. Pronunciar con soltura nombres como boletus edulis o amanita cesarea es un básico en esta práctica. Son las denominaciones científicas de las setas; las 'vulgares' tienen resonancias igual de evocadoras: oronja, barbuda, níscalo, senderilla, capuchina...

Muy interesante el enfoque lingüístico, pero preferiría saber cómo puedo preparar las setas, por si me las regalan. La santísima trinidad de este negocio es la simplicidad: a la plancha, en sopas o en revuelto son los clásicos entre los clásicos. Pero el furor de la gastronomía moderna los ha colocado en casi cualquier plato imaginable. En muchos lugares se celebran jornadas micológicas en las que comprobarlo cuchara o cuchillo en mano.

Igual empiezo por ahí. Bien visto.

Si quieres parecer integrado... Y sobrevivir: iníciate con un experto. No olvides que hay centenares de setas tóxicas no siempre fácil de distinguir de las comestibles.

Nunca, nunca, nunca... Preguntes a un setero, si te lo encuentras por el campo, si va a setas o a Rolex. Un poco de nivel.