Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Verborrea vacua

26/05/2021

Aunque no lo parezca, uno de los peores enemigos de la cordura es la costumbre. Es fácil demostrarlo con un ejemplo tan cotidiano como conocer como la palma de la mano un trayecto que se cubre a diario, que llega un momento en el que el conductor se convierte en un autómata. Calcula a la perfección hasta cuántas juntas de dilatación hay en ese viaducto y sortea, casi inconscientemente, los baches de la carretera. Es justo en ese momento cuando hay que huir de la costumbre para que el cerebro tome de nuevo las riendas.

Pues eso nos pasa a diario en todos los frentes y en uno de ellos, el lingüístico, resulta especialmente estrambótico porque nos convierte en seres adocenados. Basta fijarse en toda la verborrea cutre y vacua que hemos incorporado con la pandemia. Al margen de bulos, dimes y diretes, no puede ser más absurda toda la palabrería sobre las vacunas contra el coronavirus.

La vecina del quinto, la abogada, el que te despacha el pan, el probo taxista, el ‘runner’, la monitora de ‘CrossFit’ y, no digamos, nuestros políticos compiten con esa pléyade de contertulios que nos asalta en cada medio, todos ellos, expertos científicos, o eso nos quieren hacer creer.

Se trata de averiguar quién dice la estupidez más grande sobre el ARN, la porción inocua de la proteína ‘Spike’, la capa lipídica destruida por el jabón, la temperatura a la que hay que conservar la Pfizer, si es mejor la tecnología del ARN mensajero que la del adenovirus, qué ventajas tienen las vacunas de Moderna y Janssen y, espera, que te digo de carrerilla las quiebras de la de AstraZeneca y si se puede combinar o no.

Nos repiten una retahíla de conceptos incompletos y, con frecuencia, incorrectos, y los repetimos, como si todas esas ideas que deberían ser coto exclusivo de discusión científica nos hicieran sentir menos solos ante la punzada de la incertidumbre.

Claro que, en este sentido, aportaciones como las del exministro Salvador Illa -de quien ya no habla casi nadie- y del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, tampoco contribuyeron, precisamente, a que la gente se tranquilizase y viera la realidad con una perspectiva certera.

Por eso les digo que la costumbre nos atonta, claro que a unos más que a otros.