"Un periodista que siente la profesión no se jubila nunca"

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Paco Peñacoba es uno de esos hombres y mujeres y esta es (parte de) su historia

Paco Peñacoba, bajo los palos, como diría un periodista deportivo. - Foto: Alberto Rodrigo

Es la bonhomía en persona y a sus 63 luce un magnífico aspecto de niño pillo al que ayuda mucho un flequillo irredento que se mantiene en el mismo lugar en el que otros de su quinta ya no se peinan. Paco Peñacoba (Burgos, 1958) representa también la pasión por la profesión de periodista, un oficio al que quiso dedicarse desde que recuerda y que le ha dado muchas más alegrías que disgustos. Tal es así que no se ha sentado aún en la mesa donde le espera un humeante café con leche cuando afirma de forma tajante que aunque oficialmente ha pasado ya su tiempo laboral él sigue en activo: "Un periodista no se jubila nunca. Si sientes la profesión y tienes vocación, por mucho que quieras no te puedes jubilar porque sigues conectado a la actualidad y queriéndola plasmar". Y así está él ahora, apenas tres meses después de dejar de trabajar en Radio Nacional de España (RNE), manteniendo su digital deportivo Burgos Deporte, que creó en 2004, y sus colaboraciones en la tertulia de La 8 No solo fútbol y en la revista de la diócesis Sembrar, porque Peñacoba es lo que él denomina "un creyente militante".

Toda esta labor, en la que ya se intuye que lo suyo es el deporte -el día que nació, recuerda, el Burgos goleó al Astorga 7-0 en Zatorre- la está compaginando con el inicio de una novela cuyos protagonistas son unos periodistas que están empezando en la radio. Lo mismo que él a principios de los 80. La imagen de la derecha de estas líneas muestra un Peñacoba de tremendo flequillo y negro bigote poniéndole el micrófono a una anciana de Santo Domingo de Silos bajo la atenta mirada de José Domingo Septién, amigo suyo y también ya jubilado. Ahí donde les ven hacían la entrevista por gusto y sin que mediara encargo alguno. Estos freelancers de la Castilla profunda utilizaron el primer verano que los estudios de Magisterio les dejaron libre para salir por la provincia a escuchar las historias de los pueblos. Peñacoba ya sabía de lo que hablaba. Hasta los once años vivió en Pradoluengo por el trabajo paterno y está vinculado con Silos y las aldeas Cortezuelos e Hinojar de Cervera, donde nacieron sus padres. "Aquellos años de la niñez me marcaron mucho y aunque me siento burgalés de Burgos, que conste, sigo teniendo mucha relación con Pradoluengo". Tanta, que ha sido el presentador de todas las ediciones del premio Calcetín del Año, que se da en esa localidad y que han recibido personajes tan dispares como Felipe González o Nuria Espert.

En la ciudad, Peñacoba siempre ha vivido en Gamonal. Pasó su adolescencia y primera juventud entre el IES Diego Porcelos, donde sacó "unas notas muy normaluchas y algún suspenso", y un ocio "de andar por casa" que consistía en pasear e ir alguna vez a una discoteca o al cine, sobre todo a las sesiones dobles del Condal o del Ducal, "que eran más barata y podías echar toda la tarde al calor". Y el fútbol. Siempre el fútbol. "Viví la Transición, éramos una juventud muy comprometida con los cambios, con lo social. Hicimos varias huelgas estudiantiles, tanto en el instituto como en Magisterio, pero nunca milité en ningún partido porque pensé que me iba a mermar, y luego en mi vida profesional también vi que me limitaba. Hablar de derecha o de izquierda... hay que manejar las dos manos, la derecha y la izquierda, y los dos ojos, el derecho y el izquierdo, para hacer las cosas bien. Puedo votar a un partido de derechas porque en ese momento sintoniza conmigo o a uno de izquierdas que en un momento dado creo que es lo más beneficioso para el país. En esta libertad me he movido siempre".

Su única militancia ha sido, es, su fe en Dios pero siendo "de los que intenta cambiar cosas dentro de la Iglesia. La religión le enganchó en una época mala, en plena adolescencia, con asignaturas pendientes, pandillas que se separan, soledad... "En ese momento Dios vino a rescatarme y me guió hacia una vida parroquial. Ahí me encontré con mi familia, con la gente con la que salí después y con la que luego sería mi mujer. Todo aquello me hizo pensar que no estamos aquí solo para pasar unos años en la vida sino que hay algo más trascendente. Y esto ha marcado mi manera de vivir".

Volvamos a la foto de la anciana del pañuelo en la cabeza. Peñacoba siempre quiso ser periodista pero su familia no pudo pagarle los estudios fuera de Burgos, así que optó por hacerse maestro "porque era también una forma de comunicar ideas". Nunca ejerció. Así que con su amigo Septién se inventó un programa por los pueblos de la provincia. "Con nuestra pandilla ya nos grabábamos con un magnetófono las charlas que teníamos, que no salían por ningún lado, así que surgió lo de los pueblos, íbamos con nuestro coche y nuestros magnetofones a grabar al alcalde y a los vecinos", recuerda.

Aquel formato lo presentaron en Radio Popular y Radio Juventud La Voz de Burgos. En la primera no les echaron cuentas y en la segunda, con el mítico Enrique Ocio y su olfato a la cabeza, encontraron Peñacoba y Septién su primera oportunidad. Le presentaron al director un programa piloto que hizo fortuna. Se llamaba Burgos, de norte a sur, y llegó a ser un acontecimiento en las localidades a las que acudía. "¡Que viene la radio!, decían, y el recibimiento era fantástico, nos abrían los ayuntamientos". Gustó tanto que cuando llegó el otoño, Ocio quiso que el programa siguiera y pidió un patrocinio a la Caja Rural. "No solo la Caja nos apoyó en este sentido sino que se inventó un torneo entre los colegios de los pueblos que todos los sábados presentábamos nosotros. En ese marco trabajé con el primer micrófono inalámbrico que se utilizó en Burgos, hasta entonces solo se habían visto en la televisión".

Ya a toda mecha en Radio Juventud recibe el encargo de hacer un programa infantil. Quédate con nosotros, se titulaba, y se emitía los domingos por la mañana. Paco Peñacoba dice que le dejó huella: "Ahí innovamos muchísimo, fue como un banco de pruebas, teníamos llamadas en directo, que entonces no se estilaban, y llegó a oírse en Aranda y Miranda. Nos inventamos un muñeco que se llamaba Juventín, que representaba a los niños y era políticamente incorrecto. Llegamos a entrevistar al alcalde de entonces, José María Peña, y a los Payasos de la Tele". Inmediatamente después del espacio de los críos llegaba Dosier Cultural, también hecho por él "pero ya con contrato y Seguridad Social".

Cuando un entrenador de fútbol dice a los redactores que tenemos que remar todos en la misma dirección yo le digo que su responsabilidad es ganar y la mía, informar. Yo no me debo a un club, me debo a mis oyentes"

En 1988 surge la posibilidad de presentarse a una oposición para redactor ya en RNE. Aprueba y le mandan como primer destino a Marbella (Málaga) "porque fui el número cuatro y el uno me quitó Burgos". Ya era personal fijo. Su experiencia en el sur fue "corta pero bonita e intensa" hasta el punto de que llegó a salir en los papeles. Primero puso música en la FM -"que se oía en todas partes y todo el mundo comentó que había una voz nueva; uno que hacía un programa de toros dijo que ya era hora de que llegara por allí una voz castellana"- y más adelante, se dedicó a los deportes cuando el Atlético Marbella era propiedad de un empresario de la zona tan polémico como más tarde sería Jesús Gil. Y a la emisora de Peñacoba, que criticaba que el dueño fuera también el entrenador, no le dejaba entrar en los partidos, por lo que se montó una gran polémica: "Saltó a la palestra nacional, hasta José María García nos entrevistó, y entramos escoltados a los partidos".

A pesar de estar contento en Marbella pide un traslado para estar más cerca de Burgos. Le conceden Zamora pero nunca llega a ocupar aquella plaza porque en el ínterin se queda vacía la dirección de la emisora de Aranda. Ya no era Radio Juventud sino que RNE se había fusionado con Radio Cadena. Pero poco le duró el mando a Paco Peñacoba, primero porque él se denomina "hombre de calle más que despachos" y después, porque comenzó el desmantelamiento de la red local en julio de 1991: "Aquello fue duro porque se decidió la desaparición de las emisoras comarcales. Por suerte no se despidió a nadie y me pasé el tiempo abriendo la puerta a los que venían a recoger el material". Su destino siguiente fue Burgos de donde ya no se movería, y aunque su pasión siempre ha sido el periodismo deportivo ha hecho de todo: desde tribunales hasta plenos municipales. Además, se puso a estudiar Periodismo, lo que siempre quiso hacer, en la Universidad del País Vasco.

Desde su gran conocimiento del medio reconoce que hay periodistas deportivos que más que hacer su trabajo son forofos y que esta deriva comenzó a la vez que la telebasura. "Aquello contaminó la información deportiva y la llenó de broncas e insultos. Un periodista deportivo no puede ser un forofo. Cuando los entrenadores dicen que tenemos que remar en la misma dirección hay que responderle que él está para que el equipo gane y nosotros, para informar, porque yo no me debo al club sino a mis oyentes, que quieren información, no opiniones, que a veces en el periodismo deportivo es todo opinión".

Cuando se le pregunta por el peor trago que ha pasado en su carrera no lo duda un segundo. Durante los actos violentos que se produjeron en Gamonal en enero de 2014 porque se rechazaba que la vieja carretera nacional que es la calle Vitoria se convirtiera en un bulevar a Paco Peñacoba le hicieron viral y tuvo que soportar muchos insultos de sus vecinos. "Ese día me tocaba librar y el anterior había trabajado hasta muy tarde, pero en cuanto oí que había gritos y que estaba la policía me ofrecí a bajar y cubrirlo. En el trayecto desde mi casa hasta el bar Lago vi dos portales con los cristales rotos, el kiosco de la ONCE, destrozado, y el escaparate de la Floristería Castilla también roto y digo en directo que se han dañado algunos comercios. Uno que me está oyendo viene hacia mí gritando que es mentira y que solo se habían destrozado los bancos. Esto se hizo viral porque mis compañeros de Madrid lo publican criticando el acoso al que me sometieron y cuando todo el mundo hablaba ya de ello, yo estaba entrevistando para el informativo local a la persona que me había increpado, que me reconoció que hubo algún comercio dañado, nos tomamos un café y quedamos como amigos. Pero en las redes me encuentro con que soy el gran enemigo que le tapaba la boca a un vecino. ¿Cómo iba a decir yo una cosa en contra de la gente con la que he vivido siempre? ¡Hubiera sido absurdo!"