Pocas unidades hospitalarias han tenido en Burgos una vida tan azarosa como la del dolor. Hay que remontarse a finales de los años 90 del siglo pasado para encontrar una efímera primera actividad dirigida a paliar el malestar producido por procesos traumatológicos, que se realizó durante un tiempo en el Hospital Divino Valles. Su puesta en marcha ha sido desde siempre, además, una exigencia constante no solo de las asociaciones de pacientes vinculados a patologías con mucho dolor como la de fibromialgia y la astenia crónica, que llegó a recoger hasta 20.000 firmas para exigir este recurso sanitario, sino de los propios profesionales. Desde el servicio de Anestesiología siempre se apostó por él pero su falta endémica de personal, que aún hoy en día padece, lo mantuvo permanentemente en el aire. Por fin, en octubre de 2012 se dio luz verde a su apertura y se ubicó físicamente en el bloque A del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Había dos días de consulta y un tercero para aplicar a los enfermos las distintas técnicas de que se disponen para controlar el dolor, y se  realizaron protocolos de integración entre los médicos de Atención Primaria y de Especializada. Apenas dos años después todo se paralizó por falta de profesionales y a partir de ahí fue renqueando y llegando a acumular una lista de espera de hasta dos años.

Este tiempo tan largo para recibir un tratamiento, y que ha causado tanta desazón en tanta gente, ha disminuido singularmente desde que en enero de este año la unidad se reactivó con una nueva estructura multidisciplinar y la coordinación de la anestesista Anunciación Gutiérrez. «A raíz del nuevo planteamiento de la unidad se ha reducido bastante el tiempo de espera y ahora estamos en una media de cuatro meses», afirma la experta. Desde entonces hasta finales del pasado mes de junio atendieron a 214 pacientes nuevos, realizaron 575 revisiones y se han llevado a cabo todos los meses alrededor de 130 intervenciones con diferentes técnicas antiálgicas.