Tres décadas junto a la mujer que tejió Lerma

R.E. MAESTRO / Lerma
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Yolanda Lázaro y Fernando Palomero trabajaron 35 y 32 años, respectivamente, en la fábrica de textil Elipse y nunca olvidarán «el imperio» que montó «la jefa», María Luisa Navarro

Yolanda Lázaro y Fernando Palomero regresan a las instalaciones donde trabajaron y, junto a imágenes del pasado, recuerdan cientos de momentos que vivieron con María Luisa Navarro. - Foto: Foto Espínola

Imposible contener la emoción al regresar donde uno ha vivido tantos años de felicidad. Imposible que no sobrevuelen la cabeza cientos de recuerdos. Más de tres décadas trabajaron Yolanda Lázaro y Fernando Palomero en la fábrica de textil Elipse, por lo que al visitar ahora las instalaciones vuelven la vista al pasado y se preguntan cuántas veces habrán hecho ese recorrido. Desde las horas que metía «la jefa» a su perfeccionismo para que todo estuviese estupendo, nadie olvida que María Luisa Navarro, fallecida el pasado domingo a los 87 años, levantó un «imperio» que empezó cosiendo en el desván de su casa como una afición. Dio la oportunidad de trabajar a muchísimas mujeres de la comarca cuando aún no era algo frecuente y su «extraordinaria visión comercial» le llevó al éxito.

«Cuando pasas siempre miras a la fábrica, son tantos años de tu vida los que has pasado allí que se ha convertido en costumbre», comentan Yolanda y Fernando, a quienes todavía les cuesta recorrer las proximidades de Elipse pese a que cerró hace una década. En el caso de Yolanda comenzó a los 16 años. «Terminabas de estudiar y sabías que allí ibas a trabajar», dice. Empezó contando prendas y pasó por la máquina rematadora hasta convertirse en encargada. ¡Hasta 35 años estuvo allí! Próximo a esa cifra, Fernando permaneció 32 años. Acabó la mili y en Elipse encontró su puesto. Primero fue ayudante de almacén, luego descubrió a la perfección las máquinas de tejer y al final acabó como responsable de la zona de automáticas del tejido.

En la mejor época se alcanzaron los 140 trabajadores, en su inmensa mayoría mujeres. Así, abrió un sinfín de oportunidades tanto a las lermeñas como a aquellas que vivían en los pueblos de alrededor. Permitió que 'salieran' de casa, haciendo algo más allá de las tareas relacionadas con el campo. Y lograron unos ingresos que les otorgaron gran libertad. «Cuando empezaron a trabajar para María Luisa recibieron por primera vez un jornal y tuvieron muchas posibilidades por ello, además, las mujeres que tejían a mano cobraban muy bien», explican sobre el desarrollo económico que también significó para los pueblos.

«Yo vivía en Villafruela y en esa época no había nada más que el campo, así que seis chicas nos compramos máquinas y las pusimos en el salón parroquial», recuerda Ascensión Sinobas Alonso, prima de María Luisa. Les cambió la vida por completo. «Como teníamos dinerillo íbamos a la discoteca, a merendar... Muchas mujeres me han dicho que gracias a eso han dado carrera a sus hijos», asegura.

El Corte Inglés se consagró como uno de los mejores clientes, aunque tenían más de 500 en España, reconoce Rufino Serrano, que se encargaba de la administración. «Cada temporada llevaba más de 300 modelos, incluso enviamos a Bolivia», desarrolla. Sin embargo, asume que «ya no se hacen prendas de tanta calidad, pero es una satisfacción cuando ves a alguien que todavía las lleva». Estuvo desde los 22 a los 65 años, toda una vida. Y recuerda a María Luisa como una mujer muy innovadora y a quien los diferentes profesionales del sector siempre pedían consejo.

Un gran equipo. Todo el equipo se convirtió en una gran familia y el éxito parecía que nunca acabaría. En el mes de mayo de 2002, María Luisa Navarro celebró con todos sus empleados en las bodegas familiares de Quintanilla de Onésimo, en Valladolid, los 50 años de su primera venta. Se trataba de una chaqueta color azul que compraron por 125 pesetas en Tejidos y Confecciones, negocio que regentaban sus padres en Lerma y que se convirtió en el germen de Elipse. La fábrica fue creciendo y expandiéndose cada vez más entre los años 1974 y 1990, llegando a ocupar los primeros puestos de venta del país en género de punto.

Pero este sueño que inundó de alegría a toda una comarca se acabó. «En cuanto se entró en el euro esto empezó a decaer», lamenta Fernando. «Lo llevamos fatal todos, muy mal, las cosas ya no eran como antes», explica. Cada uno de los trabajadores la consideraba «su» fábrica y todo lo que había ido creciendo al final iba a menos.

Amaya Arzuaga continuó los pasos de su madre triunfando por el mundo con sus originales diseños, pero fue María Luisa quien consiguió internacionalizar la moda burgalesa. Se alzó como una auténtica emprendedora y aquellos que trabajaron con ella durante años y años consideran que «estaba adelantada a su tiempo, sabía lo que iba a triunfar cada temporada».

En una entrevista a Diario de Burgos en 1994 María Luisa aseguró que le hubiera gustado dedicarse al periodismo. De hecho, quienes bien la conocen aseguran que no se separaba de la radio. Fue en la moda donde finalmente brilló, con tiendas en Burgos e Ibiza, y con presencia en otros países como Italia o Francia. Aunque según ella, la única receta era «muchísimo trabajo y estar siempre pendiente de lo que pasa en la empresa». Y eso lo confirman quienes la tenían cerca. «La he conocido, con 70 años, de llegar a trabajar a las nueve de la mañana, dar las siete de la tarde y seguir allí», recuerda Fernando. Sentía auténtica «pasión» por la profesión y así lo transmitía.