Los incondicionales de Estambul

CARMELO PALACIOS / Estambul
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Cerca de una veintena de hinchas burgaleses acompañaron al equipo en el encuentro ante el Besiktas

La marea azulona volvió a un partido a domicilio en la Champions después de mucho tiempo. - Foto: Alberto Rodrigo

«Ahora que estamos jubilados, hay que aprovechar», dice Faustino con una sonrisa y equipado con la camiseta del Hereda San Pablo. Junto a él, está Esperanza, su mujer, y cerca de una veintena de burgaleses que se dejaron oír  en la grada del BJK Akatlar Sports Hall, que ayer presentó una entrada muy baja. No se llegó ni siquiera a los 600 aficionados y eso que el Besiktas se estaba jugando la primera plaza del Grupo H de la Basketball Champions League.

Ese ambiente un tanto frío se encargaron de caldearlo los burgaleses allí presentes, ataviados con camisetas, bufandas y banderas azulonas. «No viajaba desde Sassari», comenta Borja, miembro de la Peña Andrés Montes y un habitual en los desplazamientos. También está en el ajo Javier, con quien coincidió en otro duelo en Atenas y promotor del viaje a Estambul: «Llevamos dos meses preparándolo. Llegamos el sábado y nos vamos el jueves. La única pena es que nos ha tocado mucha lluvia».

Todos están alojados en el mismo hotel y comparten la misma pasión por el San Pablo. «Era la excusa perfecta para venir», apunta Esperanza. «Y yo me voy directo a Santiago de Compostela», añade Javier, que quiere vivir en directo el encuentro liguero contra el Monbus Obradoiro.

A esa excursión de burgaleses, se unieron Manu y Miguel, estudiantes de la UBU que están de Erasmus en Estambul y no se podían perder la visita del club de su ciudad. Y a Nacho, que ha ido a visitarles unos días, le ha salido el plan redondo.

Todos ellos disfrutaron de lo lindo con la victoria y eso que al principio solo les pusieron trabas. Les obligaron a quitar la pancarta de 'Andrés Montes on tour' y las banderas de la ciudad que llevaban. Les cachearon, estuvieron escoltados en todo momento y les quitaron hasta las monedas sueltas, pero eso no les impidió gozar con su equipo y celebrarlo como es habitual. Al final, con el partido ya terminado, realizaron el ritual de la victoria que tantas veces se ha repetido en el Coliseum. Por fin. Se echaba de menos. Ya había ganas de volver a ver a la afición por Europa.