El día grande de las fiestas arrancó desde la iglesia de Santa María, en el casco viejo de Miranda, a kilómetros de distancia del paraje sanjuanero. En ese punto de la ciudad, la figura del santo arrancó hacia su gruta con los miembros de la Cofradía como custodia. Llegaron a La Laguna «con un tiempo récord de 53 minutos», decía uno de ellos. En ese punto cogieron aire, esperaron a los más rezagados y autoridades en la cuadrilla de Los que Faltaban y afrontaron de nuevo las cuestas hacia el refugio de San Juan del Monte.Allí, la tradicional misa contó con una presencia menor de público que otras ediciones, pero no faltó la emoción habitual, en el año del resurgir tras la pandemia.

En la ceremonia, se contó con la presencia de Familia Castellana, cuyos miembros dieron la bienvenida a la talla. Bailaron y también cantaron, entre otras canciones el himno de San Juan del Monte. «Contentos subimos, alegres bajando», dicen sus versos, que este año cumplen cien años como se encargó de recordar el párroco Agustín Burgos, miembro de la cuadrilla Los Inquietos, encargado de oficiar la misa.

Lo hizo con cierto humor y sin la rigurosidad habitual, porque la ocasión y el escenario lo merecían. No faltaron las alusiones a Nadal, por el dolor de pies de alguna de las autoridades, o los chascarrillos sobre la relación entre los políticos que estaban en primera fila, en una ceremonia «que no me ha parecido muy larga y la he disfrutado», ensalzaba Elena de la cuadrilla de La Juerga. Al igual que los fieles a la tradición, no faltó la estampa de los pañuelos extendidos, en una de las imágenes típica de las fiestas, que de nuevo se volvió a vivir tras el impacto de la pandemia, en una vuelta en la que la enfermedad y los que faltaron tuvieron su recuerdo.

Los Sanjuaneros 2022 tampoco faltaron al acto (...).

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