Después de haberlo pasado tan mal durante dos veranos consecutivos, una empresa llamada Artistas y Orquestas debería estar de enhorabuena este año, y así es. Gustavo Calvo, administrador de esta firma burgalesa cuyo nombre ya deja muy claro el sector al que se dedica, está hasta arriba de trabajo en estas fechas preparando las actuaciones estivales.

«Estamos recuperando la normalidad a un nivel bastante parecido al de los años previos a la pandemia», explica mientras reconoce que «para determinadas fechas, los días clave, ya no hay orquestas disponibles». La razón no solo estriba en la alta demanda, sino en las dificultades que todavía arrastra el sector. Ha habido componentes de los grupos musicales, tanto aficionados como profesionales, que ante la falta de oportunidades tuvieron que optar por dedicarse a otra cosa y se han pasado a sectores más estables.

«Además hay que tener en cuenta que el sector se ha profesionalizado mucho, que hay una mayor exigencia en la contratación y que los costes fijos, como los combustibles para el desplazamiento de las orquestas o los seguros sociales, han subido mucho». De ahí que, según apunta Calvo, «las orquestas pequeñas han subido sus tarifas de una media de 4.500 euros por noche a alrededor de 6.000». Las grandes, por su parte, mantienen los precios en torno a los 12.000, siempre como promedio.