10 años de la fusión que puso fin al viejo sistema financiero

G. ARCE
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La absorción de Caja Burgos (Banca Cívica) por parte de CaixaBank aceleró el desmantelamiento de sucursales y plantillas, pero también la transformación de la banca tradicional. Burgos ha seguido prosperando

Foto de archivo del cambio de marca en las oficinas bancarias tras la fusión con Caixabank. - Foto: Luis López Araico

El 26 de junio de 2012, las juntas generales de accionistas de CaixaBank y Banca Cívica aprobaron la integración de ambos grupos bancarios para crear -entonces- la primera entidad financiera de España. No por esperado, el acuerdo se vivió en la provincia, y en Caja de Burgos más en concreto (uno de los cinco socios de la 'fusión fría' de Banca Cívica), con cierto alivio y mucha resignación, pues se ponía punto y final a varios años convulsos de negociaciones bajo una extrema presión de las autoridades financieras y políticas, sin olvidar el debate enconado que se generó entre la opinión pública.

Los ahorradores y empresas burgalesas vieron como, en apenas una década, sus dos cajas de referencia, Caja de Burgos y Cajacírculo, entraban en un baile de integraciones que culminaría con su total desintegración. Los cambios, alentados por la extraordinaria crisis mundial de las hipotecas basura y el desplome del sector de la construcción español, empezaron a nivel regional, con el fallido intento de unión de las cajas de Castilla y León en la búsqueda del 'músculo financiero' autonómico. Luego vino la oferta de fusión plateada a Caja de Burgos por Caja España y Caja Duero, que también fracasó.

Sí cuajó la unión con Caja Navarra, entidad que impulsó en 2010 Banca Cívica, el Sistema Institucional de Protección (SIP) creado junto con Cajasol, CajaCanarias y la entidad burgalesa. Pero sus días de gloria fueron contados pese a su salida a Bolsa, pues pronto se constató la falta de tamaño del nuevo grupo para soportar el enorme agujero de deuda dejado por el caos de la construcción y para jugar, además, en un sistema en el que los competidores crecían y cambiaban casi a diario.

En paralelo, Cajacírculo emprendía una tormentosa aventura junto a Caja Inmaculada y Caja Badajoz en Caja3, otra fusión que sería absorbida en 2014 por Ibercaja, una de las pocas entidades que aún resiste, aunque sigue pendiente de su salida al mercado bursátil.

ERE. El intenso baile de entidades vino acompañado de una sucesión de ERE que, en números redondos, ha supuesto la desaparición de cerca de un millar de puestos de trabajo en el sistema financiero burgalés y el desmantelamiento de buena parte de la red comercial. El último censo del Banco de España cifraba las oficinas operativas en la provincia en 240, menos de la mitad de las que había hace diez años.

En 2012, tras absorber a Banca Cívica, CaixaBank sumó 507.000 clientes y 282 sucursales en Castilla y León, gestionaba el 11% de los depósitos y su cuota de mercado en créditos ascendía al 12,5%.

Hoy, culminada la integración con Bankia, sigue siendo el banco líder de la región con más de 780.000 clientes, 280 sucursales abiertas, más de 32.450 millones de euros en activos y una plantilla superior a los 1.750 profesionales. "Además, atendemos a más de 325 municipios en riesgo de exclusión financiera", subraya Belén Martín, directora de CaixaBank en Castilla y León, que mantiene su sede central en la Casa del Cordón.

En la última década, constata el Banco de España, el volumen de créditos gestionados por la banca en Burgos se ha reducido a la mitad (7.153 millones de euros en 2021), aunque el dinero ingresado en depósitos no ha dejado de crecer, especialmente durante el parón de la pandemia, superando hoy los 12.400 millones de euros.

Lejos del declive que auguraban los más agoreros con la desaparición de las cajas de ahorros, la economía burgalesa -con sus históricos problemas de despoblación y falta de inversión pública- se ha transformado, se consolida como un referente industrial y sigue en una senda de crecimiento.

"El fortalecimiento del marco regulatorio llevado a cabo en los últimos años a raíz de la crisis financiera global ha permitido hacer el sector bancario más robusto, ya que ha sido capaz de provisionarse más y, por tanto, mejorar la solidez de sus balances. El principal hito en los últimos años ha sido que los tipos de interés se han encontrado en niveles negativos durante años, una situación inédita que la banca ha tenido que afrontar. Ello ha llevado a que las entidades hayan visto erosionados sus ingresos y rentabilidad", explica Martín.

"Además -subraya la directiva- la banca se ha estado enfrentando al proceso imparable de la digitalización, que es uno de los grandes retos que todavía hoy persisten y que es necesario afrontar para poder ofrecer un servicio excelente a los clientes".

75 cajas en una. El acuerdo de fusión del 26 de junio de 2012 creó un gigante financiero, superado ocho años más tarde por otro mayor: la unión extraordinaria de CaixaBank y Bankia, que aglutinó de golpe a más de una veintena de cajas y bancos y reunió a 20 millones de clientes bajo la misma marca.

En 2012, la unión de Banca Cívica con el banco catalán creó ya un gigante con 343.000 millones en activos, 179.000 millones en depósitos, 36.329 trabajadores y 6.490 oficinas. Son datos, estos dos últimos, que han ido menguando en los últimos años y no solo por los ajustes obligados por la falta de rentabilidad del negocio bancario, sino por la profunda transformación que vive la banca tradicional tras la irrupción del negocio online.

El acuerdo, subrayaron sus firmantes (y a diferencia de otros anteriores y también posteriores), no exigió el desembolso de ayudas públicas ni del Fondo de Garantía de Depósitos y, además, supuso un ahorro de 1.800 millones por las sinergias de costes logradas. La fusión se materializó con el intercambio de 5 acciones de CaixaBank por 8 de Banca Cívica.

Caja de Burgos pasaba a ser el 0,7% del capital social de la entidad resultante. Su aportación a la suma era interesante: más de 507.000 clientes en su territorio de influencia, donde ostentaba una cuota de mercado del 30% en la concesión de créditos y del 40% en los depósitos de clientes.

La marca 'Banca Cívica' desapareció de los rótulos a principios de agosto de 2012, la de 'Caja de Burgos' aguantó poco tiempo más en las sucursales del ámbito rural. La salida de directivos de la antigua caja, muchos de ellos curtidos en años de negociaciones para dejar en el mejor lugar posible a la antigua caja, fue fluida y drástica.

El abril de 2013 se produjo el cambio en cuentas corrientes y libretas de ahorro y, poco a poco, la presencia de la 'Caja Municipal' en la vida económica burgalesa fue desapareciendo.

Casa del Cordón. Lejos de quedar en desuso, el emblema de la antigua Caja, la Casa del Cordón, ha renovado su protagonismo en el sistema financiero local y regional. CaixaBank comparte este histórico inmueble con la Fundación Caja de Burgos, la sólida herencia de la antigua obra social que cada año inyecta a la sociedad local más de 14 millones de euros en actuaciones que cubren un amplio abanico de frentes, desde el empresarial y puramente económico, al cultural, educacional, asistencial o vivienda.

CaixaBank ubicó en el Cordón la Dirección Territorial de Castilla y León-Asturias, uno de los 8 territorios en los que repartió su estructura. Tras la fusión con Bankia, Burgos pasó a ser una de las 14 direcciones territoriales del banco, la de Castilla y León, que hoy dirige Belén Martín.

"Hemos completado nuestra fusión con Bankia, una operación que nos está permitiendo anticiparnos a los retos que afronta el sector bancario con una creciente competencia, tanto de los competidores tradicionales como de los nuevos actores, y una imparable revolución digital que está cambiando el negocio bancario y la relación entre los bancos y sus clientes. En la entidad contamos con una excelente plataforma, una nueva CaixaBank reforzada que nos permitirá afrontar el futuro desde un punto de partida privilegiado para apoyar la recuperación de nuestro país".

El reto al que se enfrenta CaixaBank para los próximos años es "liderar la transformación del sector financiero en Europa y ser referentes en materia de sostenibilidad".

"La variable 'más compleja' que tienen que manejar los gestores bancarios en los próximos años es el ser capaces de llevar a cabo una 'adaptación continua' de su modelo de atención a los cambios de hábitos de sus clientes. No hay una base de clientela homogénea en sus hábitos, unos prefieren relacionarse con el banco físicamente y otros a través de medios digitales".

En Castilla y León, Belén Martín se fija el reto de "seguir siendo el banco de referencia de los clientes en la región y reforzar nuestro apoyo al tejido productivo ofreciendo a las empresas todas las soluciones necesarias para que puedan afrontar sus proyectos. Nuestra obsesión es ofrecer un servicio excelente a todos nuestros clientes".