Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Cartas desde un verano distinto (II)

10/08/2020

(El de 2020 es un verano diferente, pero hubo otros que también lo fueron. Desde ellos, llegan cartas).

Querida C.:
¿Cómo estás, amiga? Es un poco raro que sea verano y, por primera vez, no estemos jugando juntas por las calles del pueblo.  Tengo tantas cosas que contarte que no sé por dónde empezar. Te acordarás de que salimos del puerto de Valencia en marzo; conocí al fin el mar como habíamos imaginado tantas veces. Viajamos en un barco precioso, italiano, llamado Auriga, lleno de gente de muchos sitios; de Pradoluengo, ya lo sabes, éramos también un montón. Tardamos dieciocho días en llegar aquí, a la República Dominicana, para conocer nuestra nueva casa. Fíjate que no quería venir, pero cuando la vi me gustó mucho. Nos han instalado a todos en unas casas de uralita pintadas de colores que tienen de todo; cuando entramos estaban hasta los cubiertos y las sábanas. Nosotros somos los «colonos» y estamos en un pueblo que se llama Vallejuelo, cerca de la ciudad de San Juan. La gente nos trata muy bien y es muy simpática; hablan muy gracioso. Muchos viven en unas casas pequeñitas que llaman bohíos y están hechas de cañas y ramas.
A veces me río sola acordándome de lo poco que te gusta el calor, porque aquí hace más que en las fiestas de la Virgen de agosto, y todo el tiempo. Además, no se ven pinos ni hayas, pero hay palmeras altísimas que son como las del nacimiento de la iglesia. Te gustarían.
Mis padres están muy contentos: les van a dar tierras para cultivar papas, habichuelas y manís, que son cosas que da el campo aquí, y les han dicho que podrán tener dos o tres cosechas al año. Mientras se prepara todo, les pagan para que estemos bien. Yo aún no tengo escuela porque la están construyendo. Además nos traen un montón de cosas: todos los días, nos dan un litro de leche a cada uno y podemos montar sin pagar en el coche de línea, que aquí lo llaman guagua. Seguro que te ha hecho gracia el nombre.
Los domingos, los mayores van a bailar al picó, que es un sitio donde ponen una música muy alegre que se llama merengue, como el pastel. Los niños nos quedamos fuera y bailamos también. Me lo paso bien, pero me acuerdo mucho de cuando bailábamos juntas en la verbena tú y yo, y cuando jugábamos a la rayuela. ¡Cómo nos divertíamos!
Te echo mucho de menos. 
Un beso, A.

San Juan de la Maguana, República Dominicana, 10 de agosto de 1955.
Salud y alegría.